El daño causado al Edomex es profundo, esperar soluciones inmediatas de la gobernadora es absurdo

Gozar de estándares socialmente aceptables de seguridad pública será igual de complicado como ampliar el acceso y la calidad de la educación y la sanidad pública
julio 22, 2024

De todos los problemas que padece el Estado de México ninguno es nuevo, todos son de larga data. Igual de cierto es que ninguno está resuelto y para que ello suceda tendrá que pasar mucho tiempo, su solución deberá medirse en generaciones, no en sexenios. El daño causado es profundo y el cambio es un proceso, no una solución en sí mismo. Sacar a millones de personas de la pobreza que sufren y movilizarlas a la clase media requerirá de décadas de esfuerzo y consistencia. Gozar de estándares socialmente aceptables de seguridad pública será igual de complicado como ampliar el acceso y la calidad de la educación y la sanidad pública. El estado de bienestar es la nuez al final del túnel, bastante largo y oscuro, por cierto. Esperar que el gobierno de la maestra Delfina dé soluciones inmediatas es absurdo, infantil y abusivo.

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El primer desprendimiento en Morena, escisión o ruptura, como quiera calificarse, ya sucedió y, hasta ahora, ha pasado desapercibido o francamente ha sido soslayado, al menos por su élite. Se trata de la sigilosa y tersa salida de Fernando Vilchis, seguidores y estructura de operación electoral. Poco se habla del asunto, pero sus efectos serán visibles inevitablemente en 2027. Las disputas internas son consustanciales a organizaciones vivas, nadie debería sorprenderse, lo preocupante para ese partido sería su falta de capacidad para resolver diferencias.

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La extinción de Nueva Alianza Estado de México es inevitable e independiente del proceso legal en marcha. Es un partido artificioso sin razón de existencia, ardid político de un grupo de interés para obtener dinero y otras prebendas. Los electores ya lo condenaron y su sentencia es inapelable, no representa nada ni a nadie.

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Pocos, poquísimos priistas mexiquenses mantienen lealtad o simpatía por el expresidente Peña. Bueno, hasta aquellos a los que hizo inmensamente ricos, a pesar de falta de méritos o capacidades, son cuidadosos de no mostrarle públicamente su agradecimiento. Le han dejado solo, abandonado. Ingratos con el hombre que les dio todo, sin él seguirían siendo y teniendo nada.

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El trasvase de priistas hacia el Partido Verde es masivo e incontrolado. Legiones de tricolores de buena, regular o muy mala reputación, son acogidos por el PVEM transfigurándolo en el “nuevo PRI” o el “PRI Verde”. Desde el pragmatismo puede parecer una buena idea, pero inevitablemente eso terminará mal. Al tiempo.    

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