El puente de San Mateo, considerado un punto estratégico para quienes viajan a en transporte público a Toluca, Lerma y Ocoyoacac, se ha convertido en un escenario habitual de anegaciones que parecen no tener solución. Cada temporada de lluvias, la entrada al municipio se transforma en una trampa de aguas negras donde transeúntes y automovilistas se ven obligados a convivir con el caos.




El panorama es desolador: peatones cruzando entre charcos, coches varados en baches que se esconden bajo el agua y hasta salpicaduras que alcanzan negocios y viviendas. En ocasiones, la cantidad de agua es tan fuerte que mantiene varados vehículos en plena carretera. A un costado, una agencia de automóviles cercana a Lerma queda invariablemente inundada, como una postal de lo que el agua se lleva a su paso.



La propia entrada a San Mateo Atenco se bloquea con frecuencia, impidiendo el paso y anegando los comercios de la zona. Nadie se libra. Cuando el agua finalmente cede, los vecinos emprenden jornadas improvisadas de limpieza para eliminar el lodo y los malos olores que permanecen días después.


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La amenaza no proviene solo de la lluvia. El río Lerma, que atraviesa el valle, representa un riesgo constante para los municipios aledaños. El pasado 25 de septiembre, el ayuntamiento de San Mateo Atenco emitió una alerta para prohibir el acceso a la ribera del río, debido al incremento en su nivel y al peligro de un desbordamiento mayor.



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