Robaplana

En los últimos días se realizó un traslado poco usual de internos del centro Preventivo y de Readaptación Social de Tultitlán de dimensiones desproporcionadas. 464 internos que fueron distribuidos en otros centros preventivos. Sobre el hecho, la versión oficial señaló que la finalidad de reducir la sobrepoblación y lograr una mejora en materia de reinserción […]

En los últimos días se realizó un traslado poco usual de internos del centro Preventivo y de Readaptación Social de Tultitlán de dimensiones desproporcionadas. 464 internos que fueron distribuidos en otros centros preventivos.

Sobre el hecho, la versión oficial señaló que la finalidad de reducir la sobrepoblación y lograr una mejora en materia de reinserción social, se realizó el traslado, pero ni este traslado ni otro de similares dimensiones resolvería este problema, que seguro con el alto índice de detenciones de la Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana y las que realiza la Procuraduría General de Justicia, se agravará o ya está en los límites de lo intolerable.

La realidad dada a conocer después fue otra. Una plaga de parásitos –pulgas y piojos, a decir de familiares de internos- obligó a movilizar tal cantidad de internos: 405 hombres y una mujer del centro de Tultitlán a diversos penales; y además 58 internas del penal de Santiaguito, al centro preventivo de Otumba.

Pero este hecho es el perfecto argumento para poner el tema del sistema penitenciario nuevamente en la palestra pública. La imaginación gubernamental sigue pensando que el problema de la inseguridad –y la problemática penitenciaria lo es- se resuelve con penas más altas para los delitos; más policías y más patrullas; más detenciones y su promoción mediática.

¿De qué sirve detener a más presuntos integrantes de la delincuencia si van a ser llevados a un entorno hostil que favorece y prohija peores conductas delictivas? Un síntoma de la sobrepoblación es el autogobierno. Una forma sui generis y cuasi privativa de las prisiones mexicanas. Un fenómeno que es secreto a voces, que es tolerado de manera abierta y complaciente porque en las entrañas y oscuridad de ese sistema, la corrupción es combustible en los pequeños y abiertos espacios de las cárceles.

Sigue sin funcionar una política pública penitenciaria imaginativa. No ha siquiera sido gestado un sistema que sancione a quien cometa delitos graves y aplique castigos alternos a quien cometa delitos menores, evitando que saturen los penales.

Qué distancia nos aleja de la cárcel modelo propuesta por Sergio García Ramírez y los años gloriosos del penitenciarismo mexicano con imaginación y propuesta.

Si el trabajo penitenciario sigue siendo una burla; si los legisladores no establecen el trabajo penitenciario como parte del castigo; si las autoridades del trabajo no proyectan que el fruto económico de ese trabajo obligatorio sea fuente de manutención del propio interno, de manutención de la familia que desampara, de una fuente para reparar el daño de las víctimas u ofendidos, y de una futura caja de ahorro que le permita a quien se readapte no salir del centro a delinquir y tener una expectativa afuera, el sistema seguirá por el camino de la inercia que ha transitado desde sus inicios.

De qué sirve tambi{en el castigo humanista y científico, cuando se ha privilegiado a la cárcel como el único medio de justicia conmutativa. Quien delinque tiene que pagar; pero el castigo debe ser proporcional al tamaño del agravio de su conducta. El sistema penitenciario debe ser un espacio productivo para ser un oportunidad readaptativa. El trabajo dignifica al ser humano; el trabajo puede dignificar a un interno. Y sin violar sus derechos fundamentales, puede ser un método terapéutico y de readaptación que ha sido tibiamente explorado hasta ahora.

CODA. ¡Ni el Verde puede con los directores!

Allá en lo más profundo de las ínsulas llamadas “aulas”; en los recovecos de las oficinas llamadas “direcciones” ni el verde puede salvar a los padres de familia. Las llamadas cuotas voluntarias o “cooperaciones de la sociedad de padres de familia”, siguen más vigentes que nunca. Primarias, secundarias y prepas oficiales, a estas alturas siguen exigiendo dinero a los estudiantes. Y la reforma educativa…va.