Rusia y sus metas para el G-8

Por segundo año consecutivo Rusia asumió las riendas de la presidencia rotatoria de foros internacionales con peso en los ámbitos económicos y políticos mundiales. Tal es el caso del Grupo del G-8. El país euroasiático, el más grande del mundo por extensión geográfica, y noveno en población (poco más de 142 millones de habitantes), ocupó […]

Por segundo año consecutivo Rusia asumió las riendas de la presidencia rotatoria de foros internacionales con peso en los ámbitos económicos y políticos mundiales. Tal es el caso del Grupo del G-8.

El país euroasiático, el más grande del mundo por extensión geográfica, y noveno en población (poco más de 142 millones de habitantes), ocupó en 2013 la presidencia pro témpore del Grupo de los Veinte (G-20), con metas enfiladas al crecimiento económico, desarrollo sostenible y la generación de empleos.

La presidencia rusa en 2014 trabajará con una agenda centrada en la cooperación en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la solución pacífica de los conflictos, una línea hacia la cual Moscú ha desplegado los esfuerzos diplomáticos de los últimos años: Irán y Siria son una muestra.

Otras iniciativas tienen que ver con la creación de un sistema global de gestión de riesgos, desastres naturales, antropogénicos y de seguridad en la salud.

En 2006, Rusia asumió por primera vez la presidencia en el club de naciones industrializadas, edición que fue sellada con la cumbre en San Petersburgo.

Las cinco prioridades de la presidencia rusa fueron expuestas por el mandatario Vladimir Putin en una alocución dirigida a los socios del G-8: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, que fue sede en 2012.

Putin exhortó a los países más industrializados a compartir responsabilidades por el futuro desarrollo del mundo y repensar nuevos enfoques integrales en torno a los desafíos y amenazas a escala global.

Con el derecho como presidente, expuso el mandatario, Rusia propone a los socios pasar a la elaboración de un conjunto de mecanismos colectivos, llamados a poner bajo control los riesgos más agudos.

Caracterizó Putin al mundo en los últimos años no mucho más seguro, pero sí más complejo, subrayó, mientras alertó sobre la gama de factores y fenómenos que amenazan al desarrollo sostenible.

Entre los problemas globales más agudos consideró la proliferación de focos de violencia, enfrentamientos fratricidas y quebranto del sistema del derecho internacional, unido a los vaivenes económicos, financieros y los desastres naturales y ambientales.

 

CAPACIDAD DEL LIDERAZGO RUSO

Los aciertos de la diplomacia rusa en la mediación para la solución pacífica de conflictos prolongados como el sirio, unido a la estabilidad económica y financiera del país, en medio de las turbulencias globales, han colocado a Rusia en una posición líder.

Para Ewald Boelke, experto alemán sobre los países de la antigua Unión Soviética, los éxitos de Rusia en 2013 en política exterior muestran su capacidad de hallar enfoques efectivos en torno a los problemas geopolíticos más actuales.

En opinión del miembro de la Sociedad Alemana de política exterior, Moscú tiene posibilidades desde la presidencia del G-8 de definir una agenda política.

Recordó el politólogo, en declaraciones a la agencia ITAR-TASS, la iniciativa rusa para iniciar el proceso de destrucción de las armas químicas en Siria y sus esfuerzos por lograr la celebración de la segunda conferencia internacional en Ginebra.

Durante la conferencia de prensa anual, el canciller Serguei Lavrov destacó entre las prioridades de la presidencia rusa en el G-8 el enfrentamiento al narcotráfico y el terrorismo en toda su extensión, el extremismo incluido.

Apuntó que Rusia tiene la intención de proponer a los socios una agenda constructiva para una discusión abierta y sustanciosa, enfilada a decisiones concretas.

Subrayó Lavrov que con ese propósito su país promovió de manera consecuente una agenda positiva y unificadora de las relaciones internacionales con el fin de dar solución a los problemas fundamentales del mundo moderno.

Precisamente esos enfoques guiaron la presidencia del G-20 e inspiran la del G-8, afirmó el canciller ruso.

En la primera reunión celebrada en Moscú, el 28 y 29 de enero, con los representantes gubernamentales de los países miembros del foro, la delegación rusa expuso algunas recomendaciones para coadyuvar en la lucha contra las enfermedades infecciosas y las no transmisibles, comunicó la Cancillería.

La presidencia trabaja igualmente en propuestas concretas de apoyo al desarrollo y en la colaboración con Africa y estados árabes, desde el formato del G-8.

Además de las cuestiones sociales y humanitarias, las partes deberán consensuar los temas económicos y financieros en sus respectivos bloques.

 

INTEGRACION DE RUSIA AL CLUB

Los orígenes del selecto club de países industrializados, con estatus informal, se remontan a 1973, cuando se reunieron los ministros de finanzas de seis potencias: Alemania, Francia, Estados Unidos, Italia, Japón y Reino Unido. En 1977 se incorporó Canadá y el grupo se relanzó como G-7.

En 1991, Rusia asistió como invitada por primera vez a una de las cumbres, y como miembro observador en los años sucesivos.

A pesar de haber sido reconocido como socio en 1997 (en Denver, Colorado), el país euroasiático no gozó en la práctica de los plenos derechos. Quedó relegado de las discusiones de la agenda económica y financiera global, en subestimación al papel de la economía rusa a escala mundial.

Hasta 2002 el foro se denominó G-7 más Rusia. En la cumbre de Kananaskis, en Canadá, fue admitido como miembro pleno, con derecho a participar en todas las discusiones del grupo.

Sin embargo, consiguió el ingreso en la Organización Mundial de Comercio apenas en agosto de 2012, tras 18 años de negociaciones, con Estados Unidos entre los más reticentes.

El G-8 acapara el 50 por ciento del PIB global, el 35 por ciento de la exportación, el 32 por ciento de las importaciones, igual peso en la generación energética y un 15 por ciento de la población mundial.

En 2012, Rusia descolló como líder en el G-8 por el crecimiento económico, con 3,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Posee uno de los registros más bajos de desempleo (5,5) dentro del grupo, después de Japón.

Los aportes de Rusia a los programas de desarrollo entre 2009 y 2011 ascendieron a mil 771 millones 220 mil dólares.

Rusia está abierta al diálogo y a la cooperación, afirmó el presidente Vladimir Putin, al anunciar la cumbre de alto nivel del G-8, en Sochi, el 4 y 5 de junio venidero, en su edición 40.

 

*Jefa de la corresponsalía de Prensa Latina en Rusia.