Éramos unos niños
En diciembre de 2016 la cantautora Patti Smith recibió, a nombre de Bob Dylan, el Premio Nobel de Literatura; Smith, nacida en 1946 en Chicago, editó en 1978 la canción “Because the Night”. ¿Qué tienen en común estos dos episodios? Que son, o más bien eran, mis únicas referencias de esta mujer, hasta que leí “Éramos unos niños”, memorias que la artista escribió para honrar a quien fuera su amante y amigo más entrañable: el fotógrafo Robert Mapplethorpe.
Al comienzo del libro, Smith va compaginando los recuerdos de su infancia con los de Robert, hasta que el hado decidió juntarlos, cuando ambos coincidieron en la ciudad de Nueva York; a partir de ahí, ambos jóvenes, deseosos de encontrar su propia voz y mirada, de manifestar sus obsesiones y sus propuestas estéticas en un mundo donde Andy Warhol, Allen Ginsberg, Janis Joplin, Jimi Hendrix y el propio Dylan reinaban la escena artística, comenzaron su arduo rito de iniciación; desde sus primeros trabajos hasta su vida en el famoso hotel Chelsea, “Éramos unos niños” es un interesante recorrido por una época y un lugar donde cambiar la historia era aún posible.
Anoto “interesante” y no “notable” porque la información es jugosa, no así la pluma de Smith. Una anécdota en particular sintetiza mi parecer sobre su prosa: en su segundo viaje a tierras galas, mientras intenta escribir, afirma que “Había imaginado que escribiría palabras que destrozarían nervios, que honrarían a Rimbaud y confirmarían la fe que todos habían depositado en mí, pero no lo hice”. Ni lo haría después, al menos en cuanto a estas memorias se refiere; mejor que se dedique a componer canciones y poesía (desconozco si es buena o mala en ello, pero al menos sí es su oficio).