El coronel no tiene quien le escriba
Por: Carlos Valenzuela Ocaña
Para despedir el año, nada mejor que recordar a una de las –lamentablemente– muchas figuras literarias que se nos adelantaron en este 2014. Me refiero al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, un escritor que no necesita presentación.
Su vasta y fecunda obra es un legado incuantificable. Para quien esto escribe, lo mejor de ella se halla en “Cien años de soledad”, “El otoño del patriarca”, “El amor en los tiempos del cólera” y una brevísima pero magistral novela de 1961: “El coronel no tiene quien le escriba” (la cual fue incluida en la lista de las cien mejores novelas en español del siglo XX del periódico “El Mundo”).
La historia del viejo coronel en espera de una pensión que nunca llega seguirá conmoviendo a las generaciones venideras. Desde esa novela, García Márquez “supo encontrar, tras largos años de ejercicio periodístico, un estilo inconfundible, lleno de fuerza y sensualidad, de gracia y bonhomía”, como asevera Fernando García Martínez.
Cuando falleció, el 17 de abril pasado, Mario Vargas Llosa dijo: “Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura en lengua española en todos los países del mundo. Sus novelas sobrevivirán e irán ganando lectores por doquier”. Desde luego, el mejor homenaje para un autor es leerlo (o releerlo). Yo comencé con esta novelita, la cual sirve como el perfecto ejemplo de una obra que abrevó de lo mejor de los escritores precedentes (Faulkner, Kafka, Hemingway) para legarnos un ardor y una vocación sin par en las letras universales.
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