Sálvese quien lea

Figuraciones mías Fernando Savater es el mejor ejemplo del “filósofo divulgador”: perennemente se ha mantenido lejos de los abigarrados y mostrencos claustros en donde se “reflexiona” y se abstraen conclusiones herméticas, ininteligibles, que sólo los entendidos pueden descifrar; Savater, por el contrario, busca popularizar y exponer, de forma llana y placentera, temas de actualidad, para nosotros, los no-doctos. Uno de sus más recientes libros, “Figuraciones mías”, abreva en una de las ramas que ha trabajado este filósofo donostiarra desde el inicio de su carrera como escritor: el artículo periodístico. Recupera así varios textos, que versan sobre sus autores predilectos, sobre
enero 16, 2015

Figuraciones mías

Fernando Savater es el mejor ejemplo del “filósofo divulgador”: perennemente se ha mantenido lejos de los abigarrados y mostrencos claustros en donde se “reflexiona” y se abstraen conclusiones herméticas, ininteligibles, que sólo los entendidos pueden descifrar; Savater, por el contrario, busca popularizar y exponer, de forma llana y placentera, temas de actualidad, para nosotros, los no-doctos.

Uno de sus más recientes libros, “Figuraciones mías”, abreva en una de las ramas que ha trabajado este filósofo donostiarra desde el inicio de su carrera como escritor: el artículo periodístico. Recupera así varios textos, que versan sobre sus autores predilectos, sobre el papel de la filosofía en nuestros tiempos, la educación (sus vicisitudes y retos), así como temas más contemporáneos como el ciberespionaje, la piratería y los derechos de autor, etc.

“Savater me ha parecido siempre un modelo de intelectual comprometido, a la vez principista y pragmático, uno de esos raros pensadores contemporáneos capaces de ver siempre claro en el intrincado bosque que es este siglo XXI y de orientarnos a encontrar el camino perdido a los que andamos algo extraviados”, dice Mario Vargas Llosa, con ecuanimidad: Savater, activista político, periodista, profesor universitario, novelista y dramaturgo, es asimismo un gran lector –voraz pero crítico–; sus reflexiones merecen ser, asimismo, leídas y criticadas, pues, tal como asegura Andrés Takeshi, “Necesitamos ciudadanos lectores pero también un periodismo cívico como el que esgrime Savater y al que tantos altivos conocedores, sabios catedráticos, se rehúsan o sencillamente desconocen”.

Ejerzamos entonces el gozo y el privilegio de pensar.

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