Sálvese quien lea

Río subterráneo Los cuentos que aparecen en “Río subterráneo” (libro con el que Inés Arredondo obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1979) nos presentan una profunda problemática ontológica: son una constante lucha entre la impasibilidad –a veces pareciera que no pasa nada, que no hay acción en las narraciones– y el espíritu, un espíritu inflamado […]

Río subterráneo

Los cuentos que aparecen en “Río subterráneo” (libro con el que Inés Arredondo obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1979) nos presentan una profunda problemática ontológica: son una constante lucha entre la impasibilidad –a veces pareciera que no pasa nada, que no hay acción en las narraciones– y el espíritu, un espíritu inflamado de locura, de devastación, de tragedia. Relatos en los que se “analizan finamente complejos aspectos de la relación amorosa desde el punto de vista de una mirada femenina”, pero con toques que van de lo fantástico a lo fantasmagórico.

Arredondo pertenece a la “Generación del Medio Siglo”, aquella que surgió con la “Revista Mexicana de Literatura”, al lado de autores como Huberto Batis, Juan García Ponce, Francisco Segovia –quien fuera esposo de nuestra escritora–, Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo y José de la Colina, entre otros. Y, aunque nunca ha pertenecido realmente al canon literario, bien vale la pena acercarnos a conocer sus cuentos. Como señala la escritora y crítica Alaíde Foppa: “No es frecuente percibir en la obra de un escritor ese sentimiento de intimidad, de profunda vida interior, que se desprende de los relatos de Inés Arredondo. […] Otro elemento [que integra la atmósfera de sus narraciones] sería el silencio. […] Son solitarias las mujeres de estos relatos: rechazadas, abandonadas, incomprendidas. Los personajes parecen no tener salvación. Hay algo, sin embargo, que los salva: la quieta belleza de ese clima enrarecido en el que están situados”.

Apenas doce relatos componen “Río subterráneo”, pero son una clara señal del talento de esta gran escritora.