Sálvese quien lea

Luz de luna Carlos Valenzuela En la dramaturgia inglesa contemporánea, pocos autores hay tan admirados como Harold Pinter (los críticos aseguran que es el dramaturgo más influyente desde Shakespeare, imagínense nomás); incluso la academia sueca lo llamó el “máximo exponente del teatro dramático inglés de la segunda mitad del siglo XX”, cuando en 2005 le […]

Luz de luna

Carlos Valenzuela

En la dramaturgia inglesa contemporánea, pocos autores hay tan admirados como Harold Pinter (los críticos aseguran que es el dramaturgo más influyente desde Shakespeare, imagínense nomás); incluso la academia sueca lo llamó el “máximo exponente del teatro dramático inglés de la segunda mitad del siglo XX”, cuando en 2005 le otorgó el Premio Nobel de Literatura.

Asociado con el teatro del absurdo beckettiano, el trabajo de Pinter ha estado siempre al servicio de su crítica social y política, como es el caso de “Luz de luna”, obra en la cual se nos presentan tres escuetos escenarios (otra característica del teatro de Pinter es el constante uso de cuartos cerrados, con muy pocos personajes), donde se desarrolla la vida de una familia. En el primer espacio encontramos un viejo burócrata, Andy, quien agoniza ante los cuidados y los reproches de su esposa, Bel. En otra parte, sus hijas, Ruth y Kate, analizan su vida junto al padre, empleando un lenguaje “evasivo, incoherente, pero lleno de sentido”, mientras Bridget, la hija menor, observa el desarrollo de los acontecimientos. Finalmente María, la antigua amante de Bel y Andy, aparece súbitamente en las áreas de los otros personajes, “como la materialización de un pasado que no acaba por definirse”.

Una interesante obra que, como asevera la crítica, ha dejado “una huella profunda en la dramaturgia universal”, pues “toda certeza es puesta en duda y el espectador se enfrenta a mundos familiares pero inquietantes”, enfocándose en temas como “la muerte, la política y las atrocidades de la guerra”.