San Felipe no se compra ni se vende: AMLO Presidente

San Felipe del Progreso, México; 29 de mayo de 2018. El clima en el noroeste del Estado de México alcanza temperaturas que indican una primavera pronta a transformarse en un verano ardiente, cuya marca en el termómetro, de casi 30 grados centígrados, hace que el asfalto de la carretera Toluca-Atlacomulco se desdibuje en esa serpenteante […]

San Felipe del Progreso, México; 29 de mayo de 2018. El clima en el noroeste del Estado de México alcanza temperaturas que indican una primavera pronta a transformarse en un verano ardiente, cuya marca en el termómetro, de casi 30 grados centígrados, hace que el asfalto de la carretera Toluca-Atlacomulco se desdibuje en esa serpenteante ilusión óptica que produce cualquier cuerpo expuesto al sol por mucho tiempo.

Este es el camino con dirección a San Felipe del Progreso, uno de los municipios mexiquenses con más habitantes en situación de pobreza. Con el sombrero cubriendo la frente o los hijos colgando del pecho dentro de un trapo bien anudado por la espalda, los sanfelipenses colmaron el Parque del Avión para ver a Andrés Manuel López Obrador, tres veces candidato a la presidencia – ahora por la coalición Juntos Haremos Historia de Morena, Partido del Trabajo y Partido Encuentro Social– a quien no tienen problema en llamar “presidente”, así sea prematuro.

San Felipe es un municipio con poco más de 100 mil habitantes y una superficie de 856 kilómetros cuadrados. Es uno de los conglomerados más importantes de población mazahua,  junto con Atlacomulco e Ixtlahuaca, del total de los 13 municipios que la concentran. La “gente del venado” es mayormente agricultora o ganadera, aunque la percepción económica más importante de la zona proviene de los comercios que se ubican en las vías que conectan con los municipios aledaños, que contrastan con las zonas industriales y las rancherías. Es, también, un municipio históricamente priista.

 

 

El Parque del Avión es una pequeña plaza ubicada apenas al comienzo de la delimitación política de San Felipe y se le denomina así porque, sin necesidad de echar a andar la imaginación, alberga una antigua aeronave casi al centro del predio, misma que está rodeada de nada; es decir, nada salvo una plancha mediana de concreto y una modesta área verde. Es aquí donde la sede de Morena pudo organizar el mitin, aunque en palabras de uno de los dirigentes locales, “no es como hubiéramos querido”. En Atlacomulco, el municipio vecino, a Morena le negaron el permiso para usar la plaza principal. Sería la siguiente parada de AMLO, después de San Felipe. Las autoridades de Atlacomulco respondieron, de manera oficial, que la plaza ya estaba prestada para un evento de impostergable importancia. Ese mismo día los habitantes de la tierra de Enrique Peña se enteraron del gran evento que ahí se celebraba: una sesión de brincolín para niños, con la forma de Bob Esponja.

Los de San Felipe son tempraneros y a pesar de que el arranque de la reunión no fue anunciado sino hasta las 16:00, un sinnúmero de ellos ocupaba las sillas que se colocaron debajo de una carpa,  algunos ya desde antes. Pasadas las cuatro, la gente llegaba por montones. Para ser un municipio tricolor, Morena y Andrés Manuel tienen un poder de convocatoria que envidian sus contrincantes, pues si algo es cierto durante esta reunión es que quien estuvo presente lo hizo voluntariosamente. El Parque del Avión albergó sin dificultad a más de mil visitantes de las localidades del municipio y algunos otros foráneos, como los que redactan e ilustran este breve recuento.

Con cartulinas y pancartas que rezaban eslóganes como “San Felipe no se compra ni se vende. AMLO presidente” o “Este 1 de julio voten X quien se les PEJE la gana, pero elijAMLO bien”, poco importan los 30 grados que azotan a los asistentes ni el retraso con el que su candidato llegaría, una hora después, a la sencilla tarima que la organización preparó para recibir a los contendientes al Senado de la república, Delfina Gómez Álvarez e Higinio Martínez Miranda; al abanderado que busca la presidencia municipal, Alejandro Tenorio, y por supuesto a López Obrador, quien aunque todavía no se encontraba sí estaba presente en el imaginario colectivo y, también, en forma de llaveros para quien quería pagar 10 pesos.

 

 

A pesar de que la espera estuvo amenizada por música norteña en vivo, cortesía de una agrupación local que entonó “El corrido de Alejandro Tenorio”, y el talento de una artista folclórica, era natural que la impaciencia se acrecentara en la medida en que se avecinaban las 17:00 y no había señales todavía de López Obrador, en camino desde Zitácuaro, Michoacán. No obstante las condiciones, la convicción sanfelipense recordaba a los viejos estoicos de Zenón de Citio, listos para tomar cátedra en el pórtico del ágora ateniense, así el mundo se cayera a pedazos a su alrededor.

El primero en cruzar la multitud a través de un camino delimitado por vallas metálicas fue justamente Tenorio, quien se detuvo a saludar a quien le extendiera la mano e incluso a quien no. Después transitarían por el mismo camino Gómez y Martínez repitiendo el ritual, aunque con un poco más de prisa. Finalmente, pasadas las 17:15, un barullo colectivo fue lanzado al aire apenas en los parlantes del sistema de sonido se escucharon las palabras que anunciaron la llegada de Andrés Manuel: “¡denle la bienvenida a nuestro próximo presidente, el licenciado Andrés Manuel López Obrador!”.

Con cabello algodonado, camisa blanca, no más de 1.70 de estatura, carismático y receptivo, López Obrador estrechó manos, posó para las cámaras, escuchó lo mismo palabras de aliento que plegarias por un cambio verdadero, una “auténtica transformación”, como diría el tabasqueño. Él asentía durante su paso hacia la tarima, donde ya lo esperaban los miembros de su equipo, entre ellos Bertha Luján Uranga, presidenta nacional de Morena, y un comité de recepción mazahua que llevó a cabo una breve ceremonia tradicional de bienvenida, misma en la que el Jefe Supremo le entregó ahí el Bastón de Mando de la comunidad.

 

 

Con el intempestivo sol, posicionado en ángulo sobre un cielo sin nubes, la organización pronunció una corta introducción a la que le siguieron las palabras de la ex candidata a la gubernatura por el estado, Delfina Gómez Álvarez, quien expresó el enorme reto al que se enfrentan los partidos de oposición en la zona. Destacó la importancia de “recuperar la dignidad” de los pueblos locales, a quienes, en sus palabras, los gobiernos los usan “cada tres o seis años sin esperar más que ganar y después olvidarse”. La ahora aspirante al Senado también pidió dos cosas: salir a votar, que difundan el interés por ejercer el voto entre conocidos para asegurar el triunfo, y estar atentos a las casillas para cuidarlas. En San Felipe, por lo que se pudo ver al término del turno al micrófono de la maestra Delfina, están dispuestos.

Y como quien espera un balde de agua fresca  para mitigar la insolación, aunque sólo sea un baño metafórico pues la inclemencia del calor sanfelipense no cedía, llegaba el momento de Andrés Manuel López Obrador para hablar directo a los mexiquenses que venían de localidades como Santa Ana Nichi, Emilio Portes Gil, Dolores Hidalgo, El Carmen Ocotepec, San Agustín Mextepec, San Pedro el Alto y El Chico y Tres Estrellas. Un descoordinado grito pronunciaba “¡presidente, presidente, presidente!”.

Ataviado con el característico collar de flores que se le cuelga en los mítines, un erguido López Obrador, que dista de la mellada imagen que quiso propagar la oposición al cuestionar su estado de salud, dio un paso al frente, se acercó al micrófono y se dirigió al pueblo de San Felipe y a nosotros, los que estamos de paso: “amigas y amigos de San Felipe, de las comunidades, de los pueblos de la cultura mazahua del Estado de México. Muchas gracias por participar en esta lucha, por no perder las esperanzas. Ustedes son el alma de este movimiento. Ya lo decía el mejor presidente de la historia de México, Benito Juárez García. Decía, ‘con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada’”.

 

 

López Obrador conoce a su público no sólo porque sabe qué y cómo decirles, cómo llegarles, sino también porque parece estar al tanto de los achaques que acongojan a las comunidades. Habló del partidismo de la zona, pues “no se gana nada peleándonos aquí en los municipios por partidos”, porque “nos están aplastando a todos por parejo. Es una fuente de poder que oprime a todo un pueblo, que se creen los dueños de México. Se acabó”.

Habló de la inversión en el campo, de los programas que apoyarán a los productores con fertilizante a bajos precios para comerciantes y gratuito para los que producen su consumo en casa; de la prioritaria atención que recibirán los sectores desprotegidos bajo la consigna de que “por el bien de todos, primero los pobres”; de la educación inclusiva que becará a todos los alumnos sin excepción, misma que no se va a privatizar pues “no se va a privatizar nada, ni el agua, ni el ISSSTE ni el Seguro”. El eslogan parece claro, además de que resulta pegajoso: “becarios sí, sicarios no”.

También hubo tiempo para tocar los temas principales de campaña, como el impulso a la producción energética nacional, el aumento del salario mínimo a “los de abajo”, la reducción del sueldo presidencial a la mitad y la renuncia a las compensaciones, el retiro de la pensión a ex presientes, el rechazo a ocupar Los Pinos como residencia presidencial porque “esa casa está embrujada”, el sometimiento a la consulta ciudadana para que el pueblo decida si se va o se queda, el alto al alza de los impuestos -misma que etiqueta de innecesaria- y el rotundo combate a la corrupción: “ya saben que soy perseverante, soy necio y soy terco. Ya se me metió en la cabeza que ése es el problema de México y lo vamos a acabar. Me canso, ganso. Y que nadie se espante porque use la palabra “radical”, pues viene de “raíz”; vamos a arrancar de raíz a los corruptos”. “¡Presidente, presidente, presidente!”, corean en San Felipe.

 

 

Obrador está tan seguro como lo estuvo hace seis años de que el triunfo es una garantía, sin embargo cabe preguntarse si tiene la misma certidumbre acerca del futuro que espera en la noche del primero de julio, momento en que los conteos comiencen a publicarse y arrojen sus cifras preliminares al día siguiente. Entre que sí y entre que no, da la impresión de que no le es relevante. Lo que sí, por otro lado, es que en efecto Obrador “está bateando” tan bien como lo ha dicho en alguno otro de los mítines en los que se ha presentado en suelo mexiquense, pues no parece haber cansancio que pueda contra la “terquedad” que acabamos de presenciar.

Al cierre, ya con una noble sombra que palia quemaduras en cuello y brazos, el candidato condicionó que “si van a votar por mí, voten parejo por todos los de la Coalición. Y cuando cierren casillas correrá por el mundo la noticia: ‘¡ganó el Movimiento de Regeneración Nacional!”.Añadió que regresará al municipio “ya como presidente” para entregar los planes de trabajo, mostrar qué se va a hacer, cómo y cuánto se va a invertir, además de que, promete, visitará de cuando en cuando para “fiscalizar” y comprobar que “se están haciendo las cosas bien”.

Cerca de las 19:00 suena el himno nacional en el Parque del Avión de San Felipe del Progreso. La concurrencia saluda y entona tímidamente, a medias. Obrador saluda a la bandera de su imaginación. El calor mexiquense cede, pero queda una carretera hacia Toluca por recorrer, ya más fresca que tres horas antes.