Se dice que 

  Kioto, Japón.- Shinkansen es el nombre del tren bala que corre a 320 kilómetros por hora, la estrella del espectacular sistema de transporte japonés. Es francamente una maravilla viajar en él, cómodo, rápido y seguro. Para darse una idea de qué tan eficiente es, el trayecto de Osaka a esta milenaria ciudad imperial de […]

 

Kioto, Japón.- Shinkansen es el nombre del tren bala que corre a 320 kilómetros por hora, la estrella del espectacular sistema de transporte japonés. Es francamente una maravilla viajar en él, cómodo, rápido y seguro. Para darse una idea de qué tan eficiente es, el trayecto de Osaka a esta milenaria ciudad imperial de Kioto, es de apenas 10 a 12 minutos, son 60 kilómetros casi volando, sería como ir de Toluca a Observatorio en menos de 15 minutos. Cuando se conoce esto y se compara con lo que pasa con la construcción de nuestro tren, se entiende bien porqué estamos tan jodidos. Aquí las cosas se hacen forzosamente bien; allá deliberadamente mal.

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Hasta hace unos años, conducir en estado de ebriedad estaba tipificado en el Código Penal como delito grave y era de prisión inevitable. La sanción se consideraba excesiva y la Legislatura reformó la ley para suavizar el castigo, tal como hoy está. Dos casos recientes sucedidos en el Valle de Toluca deberían mover a la reflexión y al debate sobre la necesidad de mayores medidas de control social para el consumo responsable de alcohol. Jair Soto, un adolescente, fue arrollado por un borracho y perdió las piernas; a Miguel Quiroz, un motociclista veterano, lo mató otro briago. Es obvio que el alcoholímetro no ha sido suficiente, algo urgente tienen que hacer los diputados y la sociedad: presionar para darse mejores instrumentos de autoprotección.

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La elección de autoridades auxiliares ha sido horrible y regresiva. Las peores prácticas antidemocráticas volvieron de la mano de todos los partidos, no hay uno que se salve y el desempeño de la autoridad electoral ha sido francamente vergonzoso. La calidad del proceso y, por tanto sus resultados, es muy cuestionable. Honrosas Excepciones, pero en términos generales muy malas. 

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Así, con todos los vicios, el PRI fue apaleado, particularmente la elección de autoridades auxiliares ha sido útil para medir el grado de deterioro del partido en el gobierno, sus estructuras se han desmoronado y la capacidad de movilización desaparecido. Hoy el PRI no gana ni una elección escolar. Lo peor, en su dirigencia creen que van por buen camino. 

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Un grupo de distinguidísimas figuras femeninas del PRI estatal se han reunido con ánimo de espíritu de cuerpo. Son algunas de las empoderadas, algunas brillantes, otras no tanto, pero todas damas de la política, entre ellas Martha Hilda, María Elena Barrera, Carolina Monroy, Laura Pavón y hasta Guillermina Casique. Una ausencia fue notoria, la de la diputada federal Ana Lilia Herrera a quien, se ha sabido, olvidaron convocar. Parece que hay pleito de mujeres.