Se dice que

  La principal promesa de campaña de Alfredo del Mazo fue la de hacer del Estado de México el lugar más seguro de México. Un año y medio después no ha cumplido. Y no es que deliberadamente se haya propuesto faltar a su palabra, asumirlo así será de tontos o malévolos. Hace falta mucho más que la voluntad de una persona para mejorar la terrible realidad. El problema es tan grave como complejo. A pesar de los esfuerzos, que por supuesto los hay, los resultados son muy pobres y en algunos extremos, regresivos. La estadística es contundente, cifras desalentadoras. En
abril 22, 2019

 

La principal promesa de campaña de Alfredo del Mazo fue la de hacer del Estado de México el lugar más seguro de México. Un año y medio después no ha cumplido. Y no es que deliberadamente se haya propuesto faltar a su palabra, asumirlo así será de tontos o malévolos. Hace falta mucho más que la voluntad de una persona para mejorar la terrible realidad. El problema es tan grave como complejo. A pesar de los esfuerzos, que por supuesto los hay, los resultados son muy pobres y en algunos extremos, regresivos. La estadística es contundente, cifras desalentadoras. En las calles del Estado de México están ejército, marina, policía federal, estatal y municipal y ni así se ha podido controlar la creciente actividad criminal, cada vez mas violenta y despiadada. La fórmula no funciona, es momento de modificar las políticas públicas para enfrentar el problema mas allá del estado de fuerza como vía principal para imponer el orden.

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La secretaria de Seguridad, el Fiscal General y el Presidente del Tribunal de Justicia tendrían que salir a dar explicaciones a la sociedad mexiquense de por qué se sigue perdiendo la lucha contra la delincuencia. La cantidad de delitos que se cometen es brutal, pero todavía peor es el índice de impunidad. Aquí las probabilidades de que un delincuente sea atrapado, juzgado y que pague su pena, son remotas, tal vez uno de cada diez. El que la hace no la paga, todos los incentivos están para delinquir. Que expliquen por qué, y si no pueden cambiar las cosas, que renuncien. 

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Alejandro Fernández Campillo, es uno de los hombres más cercanos a los afectos del gobernador, eso todo mundo lo sabe. Le tiene confianza casi ciega y por eso le encomendó la secretaría de Educación, en la que ha tenido un desempeño discreto que raya en lo insulso. No es su especialidad, eso siempre se ha sabido, ahora parece claro que tampoco le apasiona y el equipo del que se ha rodeado no le ayuda mucho. La pregunta es obligada ¿hacia dónde quiere ir este joven egresado del ITAM? No está muy claro.

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Alguien debería preguntar a los senadores Martha Guerrero Sánchez –suplente de Delfina Gómez-, y Omar Obed Maceda Luna –suplente de Juan Zepeda-, a qué están dedicados y que intereses mueven en su trabajo legislativo, por qué si se hiciera una encuesta a población abierta para saber el grado de reconocimiento que tienen en el estado al que se supone representan, ambos saldría reprobados, aquí ni quien lo conozca. 

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Ecatepec sigue siendo el infierno. Pasará mucho tiempo para que se mejoren allí las condiciones de vida, pero sacar del poder a la clase política corrupta e incompetente que lo controlaba, ha sido un gran paso, quizá el mas urgente y necesario. Exigirle resultados inmediatos al nuevo alcalde de Morena, Fernando Vilchis, es un despropósito. Hay que darle tiempo, quizás un año para que empiece a notarse el cambio.   

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