Se Dice Que…

El talante autoritario de la alcaldesa de Metepec es insoportable, pero su ignorancia e insensibilidad, le superan, así de dramático. Sus desplantes frente a la resistencia social a la mutilación del parque “La Pilita” son aberrantes y totalmente contradictorios a la 4T. Morena no puede lavarse las manos y esconder la cabeza como avestruz. Gabriela […]

El talante autoritario de la alcaldesa de Metepec es insoportable, pero su ignorancia e insensibilidad, le superan, así de dramático. Sus desplantes frente a la resistencia social a la mutilación del parque “La Pilita” son aberrantes y totalmente contradictorios a la 4T. Morena no puede lavarse las manos y esconder la cabeza como avestruz. Gabriela Gamboa es su engendro y meterla en control su obligación.

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En el balance, pudiera ser que la corona del alcalde de Huixquilucan no haya salido tan abollada después de la manifestación de ediles a las puertas del palacio que terminó con el patético grito de “¡salgan pa' matarlos a balazos, cabrones!” del neandertal presidente municipal de Yuriria. Resulta que más de 55 millones de mexicanos se enteraron y hoy saben quién es Enrique Vargas. Bueno, hay quien a veces gana hasta perdiendo. 

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Otro de los alcaldes en pie de guerra por un mejor acuerdo de coordinación fiscal que amplíe los recursos hacia los municipios, es Juan Hugo de la Rosa, de Nezahualcóyotl, ex del PRD. No es una causalidad que aquellos que gobiernan los territorios locales con las economías más grandes sean quienes se rebelen ante ese control presupuestal, herencia de las presidencias imperiales del priismo y que el panismo en su tiempo no quiso tocar.

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Eduardo Luque Altamirano es uno de los hombres cercanos a Gerardo Ruiz Esparza que se enriqueció asquerosamente. No heredó nada, ni inventó algo, ni nunca ha sido empresario, pero en menos de una década se hizo millonario bajo sospecha de corrupto. Bueno, pues será llamado a cuentas y tendrá que explicar el origen de tan sorprendente fortuna. Luque se perfila como el primero de los hombres de Ruiz en desgracia.

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El tema que domina y preocupa en la conversación de la gente que trabaja en oficinas de la alta burocracia, son los posibles cambios en el gabinete. Hay una especie de paranoia que los distrae del trabajo por el cual se les paga. La verdad es que nadie sabe quién, cuándo ni por qué se iría.