Como siempre, en fechas preelectorales los ánimos entre la llamada sociedad política se crispan, polarizan y confrontan. Son tiempos de intrigas, verdades a medias y mentiras completas para descarrilar al potencial contrincante. Pasa en todos los partidos, ninguno se salva, lo mismo en Morena, PRI, PAN o hasta los más chiquitos. Todos quieren un cargo, acceder o mantenerse en el presupuesto, son muchas las almas chicas. Temporada de patos.
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Desde hace años un tema vivo en la conversación de la clase política ha sido la actividad económica de German Ávila Villegas, el enigmático hermano del exgobernador Eruviel Ávila. Se ha hablado mucho sobre su éxito en los negocios bajo el amparo del poder de su hermano, pero nunca, hasta hoy, nadie ha puesto una denuncia formal ni ha presentado prueba alguna para sostener sus dichos. Por alguna razón, que no es desatinado asociar a los tiempos políticos actuales, columnistas de la Ciudad de México han traído el tema al análisis. Se avecinan días complicados para el hoy senador Eruviel, es poco probable que termine con un proceso legal en contra, pero todo indica que los medios tradicionales gozarán poniéndole una zurra.
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Los tiempos legales apremian y los cambios por razones políticas en gobierno no pueden esperar mucho más. Está decidido quiénes serán candidatos, particularmente de representación proporcional, y eso provocará ajustes en el círculo cercano al gobernador. Ninguno de los altos funcionarios se va a exponer a perder en una elección de mayoría, los que se salgan lo harán con un boleto seguro para viajar del Poder Ejecutivo al Legislativo sin mayor sobresalto.
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Quién lo diría, pero en la llegada de Gabriela Gamboa a la presidencia municipal de Metepec, mucho tiene que ver el hoy coordinador de los diputados federales priístas mexiquenses. En esa elección, Ernesto Nemer jugó a lo seguro, con su exesposa, Carolina Monroy, por el PRI como opción A, y con Gabriela Gamboa por MORENA como opción B. Prácticamente le daba igual quién ganara y ganó Gamboa. Quién lo diría, pero así es la política en vestidores, muy distinta a la que se muestra a la tribuna. Ese mismo grupo de interés es el que quiere quedarse en el control tres años más, ahora con Gabriela o sin ella. Son tremendos.
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Uno de los empresarios más influyentes en el Estado de México, quizá el más, durante los tres sexenios anteriores, Valentín Diez, ha desaparecido prácticamente de la escena pública sin razón aparente. El dueño de Los Diablos del Toluca decidió con el inicio del gobierno de la 4T guardar bajo, bajísimo perfil. El hombre que hablaba al oído a Enrique Peña y que mucho influyó para que éste llegara a la presidencia de la República, parece que ha perdido todo intereses en la cosa política. ¿Qué pasó?