Se dice que

Pese a todo, la influencia política del expresidente Peña permanece casi intacta en el Estado de México.

Para entender por qué el alcalde de Ecatepec, Fernando Vilchis, y el encargado de la Comisión del Agua del Estado de México, Francisco Núñez, andan como perros y gatos en un costal, bastaría con ver sus respectivos currículos. Sus cosmovisiones están en las antípodas, uno tira para la izquierda y el otro para la derecha. Vilchis es un profesional técnico en proceso industriales egresado del CONALEP, formado en movimientos sociales de masa como la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) y el Movimiento Nacional de Taxistas, hombre de izquierdas. Núñez es la otra cara de la moneda, economista neoliberal, itamita egresado con honores que disfruta de presumir su paso por el IPADE, Tec de Monterrey, Anáhuac, University of Plymouth y Harvard Business School. Agua y aceite, quizá por eso la guerra por el agua que protagonizan, en la que quedan como rehenes cientos de miles de personas pobres, no puede resolverse.

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Ya es tiempo para que el siempre bien intencionado secretario de Obra Pública, Rafael Díaz Leal, ponga orden en la CAEM y resuelva, para bien de la gente de Ecatepec, la crisis artificiosa en el abasto de agua que genera un altísimo costo social. Núñez podrá ser un coleccionista de diplomas, pero su comportamiento es el de una chiva en cristalería. Sin importar la razón, no pueden dejar a la gente sin agua en plena pandemia y cuando la principal recomendación es el lavado continuo de manos.

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Tiene toda la razón Jessica Rojas, viuda de Francisco Tenorio Contreras, al exigir al Fiscal de Justicia que resuelva ya el homicidio de su esposo. Han pasado siete meses desde que el alcalde de Valle de Chalco fuera asesinado y las investigaciones no avanzan para dejar claro el móvil del crimen y determinar con claridad si hay o no autoría intelectual de alguien más. La impunidad no es una percepción, es una realidad.

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Pese a todo, la influencia política del expresidente Peña permanece casi intacta en el Estado de México. Conserva un enorme poder que ejerce a plenitud. Su mano no se ve, pero se siente. Sus operadores en el PRI y demás partidos, MORENA incluido, están activos de cara a las próximas elecciones. El peñismo no sólo no ha desaparecido, se prepara para mantener control por lo menos 3 años más.

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El sur del estado en llamas, no de ahora, desde hace décadas. El crimen organizado arrebató al Estado el monopolio de la fuerza, las mafias controlan el territorio, el poder público es una simulación. Todos los cárteles allí convergen y guerrean, es zona estratégica de siembra y trasiego. Es tan grave la situación que se ha normalizado. Que el obispo Felipe Arizmendi haya resultado herido en un fuego cruzado, común en la zona, a muy pocos asombró y a menos indignó. Lamentable, pero la sociedad lo ha aceptado como parte de lo cotidiano. Qué pena.