Rodrigo Medina encontró en el Estado de México cómodo refugio al término de su atribulado gobierno en Nuevo León. Compró una residencia en el Country Club Gran Reserva de Ixtapan de la Sal, muy cerca a la del expresidente Peña y a la de Luis Miranda, con quien suele jugar golf y beber whisky. Son grandes amigos, sus esposas, inseparables. Cuentan que aquella vez anterior que lo detuvieron Miranda fue quien movió sus influencias para que lo liberaran. Si la justicia va verdaderamente tras él, no tendrá dificultades para encontrarlo, habita la casa que fue de José Miguel Bejos, quien se la vendió a muy buen precio.
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Ricky Arango desde hace mucho tiempo es consultor externo del Alfredo Del Mazo. Fue él, y no Jordi Segarra, quien estuvo al frente en la campaña por la gubernatura. De hecho, su empresa Polithink sigue prestándole servicios de comunicación política y encuestas a través de la coordinación de Información y Estrategia que encabeza Francisco Sarmiento, considerado uno de los personajes más influyentes y enigmáticos del staff.
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De cada 10 habitantes de Toluca 8 califican como mala o muy mala la seguridad pública en el municipio. Ha corrido el primer tercio del periodo para el que fue electo Juan Rodolfo y no hay resultados satisfactorios. De acuerdo a la encuesta de C&E (Campings and Elections Mexico) para elaborar su Ranking Nacional de Alcaldes, 75 por ciento de los toluqueños lo reprueban. El plan escenográfico de seguridad con el que trató de embaucar a los ciudadanos no le funcionó, gastar como señora de Las Lomas en patrullas, uniformes y cadetes, no ha servido de nada.
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A Fernando Vilchis, el alcalde al que toca gobernar el municipio más complicado del país, considerado uno de los peores lugares para vivir por ser el más poblado, con la mayor cantidad de gente en pobreza y uno de los más peligrosos por su altísima criminalidad, poco a poco se le van dando los resultados a pesar de las resistencias de los poderes fácticos enquistados y los grupos de intereses que luchan por mantener el statu quo que tan buenas ganancias y beneficios les ha generado históricamente. Pues con todo eso y que algunos de sus compañeros de partido le tiran todos los días como pato de feria, ha logrado mover los índices de desarrollo colándose en el lugar 55 de los 100 alcaldes mejor calificados de México.
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A Ricardo Sodi la LVII Legislatura del Estado de México aprobó el 29 de junio de 2010 su nombramiento por 15 años como magistrado de Poder Judicial, pasaron más de 9 años hasta hoy y Ricardo Moreno Bastida nunca hizo la menor observación. Hoy, por azares del destino sentado en un escaño el senador se envalentonó para descalificarle cuando participaba como candidato a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia. Llamó a Sodi “abogado de narcotraficantes”, pretendió estigmatizarlo señalándolo como defensor del pederasta Marcial Maciel. ¿Por qué? Solo él lo sabe. Perdió la cordura, redujo el nivel de la crítica a diatriba. Quizá no dé para más.