Se Dice Que…

El mejor espaldarazo que podría recibir Eruviel, el único que realmente necesita y que pondría fin a toda la maledicencia, es el del presidente, todo lo demás es folclor, derecho de pataleo. La última palabra la tiene Peña. * Eruviel tiene todo el derecho a defenderse, pero nadie ha dicho que se irá por gusto, […]

El mejor espaldarazo que podría recibir Eruviel, el único que realmente necesita y que pondría fin a toda la maledicencia, es el del presidente, todo lo demás es folclor, derecho de pataleo. La última palabra la tiene Peña.

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Eruviel tiene todo el derecho a defenderse, pero nadie ha dicho que se irá por gusto, conveniencia o decisión propia. Al contrario, su salida sería forzada, obligada, ordenada desde Los Pinos. Eruviel no tiene voz ni voto en el tema.

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El gobernador no tendría que convencer a los empresarios, religiosos, académicos, intelectuales, políticos y población en general, sino al presidente. Aquí, que se sepa, nadie lo está corriendo, aunque los índices de desaprobación a su gobierno sigan creciendo como la espuma.

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Es muy curioso como el PRI se ha mantenido al margen del tema. El propio César Camacho, que mucho sabe del tema, no ha dicho una sola palabra para apuntalar al gobernador Eruviel que tan generoso ha sido con él y su grupo. Qué decir del pobre Raúl Domínguez Rex, que de plano no picha, ni cacha, ni deja batear. Sería este un buen momento para que los ex gobernadores, diputados federales y locales, senadores y alcaldes tricolores, cerraran filas alrededor del gobernador, que la opinión publica ha puesto en cadalso.

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Y mientras aquí se esfuerzan para que no les pidan la gubernatura que les prestaron hace casi tres años, Luis Miranda esta muy tranquilo y sonriente resolviendo los entuertos con el monstruito llamado Antorcha Campesina que las malas lenguas aseguran el cría y alimenta. El subsecretario de Gobernación, al que muchos ya le ven cara de gobernador, se reunió este martes con Jesús Tolentino para hacerse cargo del asunto de la desaparición del padre de la alcaldesa de Chicoloapan, Masirela Serrano. Luis, sigue en lo suyo. Como dice Confucio, se han sentado en el quicio de su puerta esperando pasar el cadáver de su adversario.