Se dice que

Se dice que
Peña hizo mal muchas cosas, indudablemente. Pero una hizo muy bien: franquear el paso a López Obrador a la presidencia de la República

El 6 de marzo del 2020 se declaró formalmente el primer caso de covid-19 en el Estado de México. Han sido 2 años duros, durísimos, con más de medio millón de contagios, casi 50 mil personas muertas y una destrucción económica y de bienestar sin precedentes. Nada volverá a ser igual, todo ha cambiado, pero el proceso de asimilación será lento y complicado. El semáforo verde es bálsamo para una sociedad que cada vez encuentra menos incentivos para la esperanza. Pueblo resiliente, saldrá adelante como siempre. No hay duda. Somos salmones y nuestro destino es nadar contracorriente.

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No es una fiesta, menos una celebración. El 8M es una reflexión, una protesta, un acto de indignación. No es ocasión para zopencos que con florituras discursivas de felicitación recrean estereotipos y micromachismos con tufillo de superioridad masculina. Que el estruendoso poder de la razón se escuche.

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Enrique Peña no solo habla para tratar asuntos políticos de su interés con Eruviel Ávila, lo hace y lo ha hecho hasta con el presidente López Obrador. A pesar de todo lo malo que se ha dicho sobre él, no hay todavía quien se niegue a tomarle la llamada. Está en España, pero se mantiene activo. Habla con el gobernador Del Mazo también, directamente o por interpósita persona, pero no ha dejado de hacerlo. Claro que Peña quiere a Quirino como embajador en el país donde habita muy cómodo y feliz y hará lo que esté a su alcance para impulsarlo. Hacen una tormenta en un vaso de agua. Eruviel se ahoga con poquito pinole.

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Peña hizo mal muchas cosas, indudablemente. Pero una hizo muy bien: franquear el paso a López Obrador a la presidencia de la República. Pudo actuar de forma vil y operar con todo el aparato del Estado en su contra, pero optó inteligentemente por no oponerse. Eso precisamente es lo que explica que no se judicialicen las acusaciones en su contra, que viva un cómodo exilio. Hoy Peña y AMLO comparten adversarios, enemigos podría decirse, quién lo diría.

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Mañana se cumplen 80 años del asesinato del gobernador Alfredo Zarate Albarrán. Fue un crimen político que quedó impune. Lo mató el diputado Fernando Ortiz Rubio, presidente del Congreso del Estado de México y al mismo tiempo jefe de la policía. Kafkiano. No habrá ceremonias oficiales para recordarle ni hablar de ese capítulo negro de la historia. El régimen se ha esforzado para borrar todo vestigio en la memoria colectiva.