Se dice que

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Los consejeros del IEEM parece que no entienden, o no quieren entender, que no hay mañana para ellos en el cargo ni en el encargo

No hay entidad más apetecible al control de los grupos de interés que el Estado de México. Razones tienen de sobra, pero, entre todas, destaca la económica. Dos cifras podrían ser suficientes para explicarlo: el valor de su Producto Interno Bruto –calculado en un 1.48 billones de pesos al año– y la abundancia de recursos públicos con un presupuesto anual promedio de 323 mil millones de pesos del gobierno estatal. Después de la Ciudad de México, el territorio mexiquense es el más rico del país, pero aquí la debilidad del Estado provoca la no aplicación de la ley, que incentiva al saqueo de rapaces políticos corruptos que lo han administrado. Esa es la tragedia mexiquense.

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En el proceso político mexiquense, hay que ampliar la mirada a otros actores tan relevantes o más que los partidos políticos: los poderes fácticos (iglesia, banca, crimen organizado, medios de comunicación) y los grupos de presión. Todos tienen intereses en juego; influyen y, por tanto, debe revisárseles como protagonistas. Ahí está, en buena medida, la clave.

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Enrique de la Madrid tiene en el Estado de México su mayor plataforma de apoyo. Desde hace tiempo, quizá un par de años, se determinó impulsarlo como candidato a la presidencia del PRI. Pocos tomaron entonces el proyecto con seriedad, lo veían como una posibilidad muy remota. Hoy, la estrepitosa caída de “Alito” es la gran oportunidad para De la Madrid. Alfredo del Mazo está muy contento.

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Los consejeros del IEEM parece que no entienden, o no quieren entender, que no hay mañana para ellos en el cargo ni en el encargo. Morena, PRI y PAN coinciden en que desaparezcan los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), entre ellos el mismísimo Instituto Electoral del Estado de México. Su suerte está decidida, lo único que falta es saber cuándo, y todo hace suponer que será antes de la próxima elección de gobernador.

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Iniciados los trabajos internos en todos los partidos políticos para seleccionar a sus candidatos a gobernatura, la pregunta elemental que deberían hacerse es: ¿Cuál de los aspirantes empata con los valores de la mayoría de los mexiquenses? Por allí deberían empezar. La gente vota por alguien con quien se identifica.