Se dice que

Se dice que
Como gobierno, todos los partidos han desilusionado en el Estado de México. Unos más, otros menos, pero ninguno se salva

Parecería que, equivocadamente, en el discurso político del PRI se intentara instalar la narrativa de invencibilidad electoral con frases, tan absurdas como autoritarias, por ejemplo: “no entregaremos el Estado de México”, que hacen repetir en redes sociales una y otra vez a la diputada Ana Lilia Herrera en un loop de video sacado de contexto de una entrevista. Nadie puede arrogarse el derecho de hablar del Estado de México como su propiedad, ni valorar la decisión soberana del pueblo en las urnas como un acto de aceptación rehusada. Si los electores deciden que el PRI se quede, se quedará; y largará, si esa es la orden. No hay más.

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Como gobierno, todos los partidos han desilusionado en el Estado de México. Unos más, otros menos, pero ninguno se salva. En los grandes municipios ha habido alternancia y en ninguno han mejorado sustancialmente las cosas. La capital, Toluca, es un caso emblemático. Pasó del PRI al PAN, del PAN al PRI, del PRI a Morena y de Morena de regreso al PRI. Ciclo perverso de destrucción de progreso. Intentar que la gente crea que por el simple hecho de que el PRI se vaya todo mejora es propaganda falaz y canalla. Una verdadera transformación requiere mucho más que eso. Los votantes mexiquenses han pagado cara la lección de elegir mal.

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Si alguien no puede hablar de cambio o transformación en el Estado de México es Higinio Martínez.  Su trayectoria política está marcada por el colaboracionismo para la preservación del statu quo. No pensará el senador que la gente ya olvidó su bochornoso papel durante el peñismo, particularmente en la represión de Atenco y en la construcción del fallido aeropuerto de Texcoco. Tampoco, que hizo alcaldes de Morena a Juan Rodolfo, Gabriela Gamboa, Patricia Duran, Ruth Olvera, Gerardo Nava y Roberto Téllez, entre otros saltimbanqui corruptos y mediocres. Tampoco que frenó la aprobación de la agenda progresista en el Estado de México cuando su grupo controlaba el Poder Legislativo. Que el pacto de impunidad para tapar la corrupción en las administraciones municipales se mantenga, es otra de sus malas obras. Él controla, con sus allegados, el ciego, sordo y mudo Órgano Superior de Fiscalización. Quién lo diría, pero nadie ha hecho más daño a la 4T en el Estado de México que Higinio. Hacerlo candidato a gobernador sería aberrante.

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Al PAN nunca se la ha dado competir por la gubernatura. Su historia ha sido de fracaso tras fracaso. Sólo una ocasión fue muy competitivo, en 1999 cuando José Luis Durán Reveles aliado con el Verde quedó muy cerca de derrotar a Arturo Montiel. Esa participación ha sido la mejor, logrando su mayor votación un millón 146 mil votos equivalentes al 35.46 del total y menos de 7 puntos por debajo del ganador. De allí en fuera, puras decepciones. En 2005, Rubén Mendoza con Convergencia -hoy MC- 936 mil votos -24.73%- apenas la mitad de lo que obtuvo Peña que lo arrolló. En 2011, papelón de Luis Felipe Bravo Mena con 598 mil votos, la quinta parte de los de Eruviel que le pasó por encima feamente. En 2017, otra vez el ridículo cayendo hasta el cuarto lugar con Josefina Vázquez Mota y 682 mil votos -11.27%-, con todo y Felipe Calderón en la presidencia de la República. El PAN tendrá que hacer algo nuevo, sorpresivo, si es que en verdad desea ganar.

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La cantidad de asesores y auxiliares en la nómina de la presidencia municipal de Toluca es incomprensible, por decirlo de forma suave. De acuerdo con la nómina del ayuntamiento de Toluca, disponible en el portal de transparencia, al menos una treintena de personas, que cuestan al municipio casi un millón de pesos al mes, asisten al alcalde Raymundo Martínez. Hay de todo, secretarios, jefe de asesores de 70 mil pesos, asesores de 50 mil a 24 mil, secretarias, auxiliares, choferes, guardaespaldas, etc. El gobierno ejercido como un ducado.