Semana mala

La última semana de febrero no resultó nada bueno para la escuela pública, una aberración “pedagógica” en una secundaria del Municipio de Toluca; la revelación de la clasificación de maltrato en la escuela primaria; y el Consejo Técnico escolar del 28 de febrero, con una guía que secuestra la creatividad del maestro y lo empuja […]

La última semana de febrero no resultó nada bueno para la escuela pública, una aberración “pedagógica” en una secundaria del Municipio de Toluca; la revelación de la clasificación de maltrato en la escuela primaria; y el Consejo Técnico escolar del 28 de febrero, con una guía que secuestra la creatividad del maestro y lo empuja irremediablemente al precipicio pedagógico, sin mejorar en nada las prácticas escolares, ni la función social de la propia institución denominada educativa.    

 

Resulta alarmante lo narrado el pasado martes 25 de febrero, por un grupo de padres de familia de conocida  Secundaria Técnica Industrial y Comercial (ESTIC), ubicada en el norte del Municipio de Toluca, en la comunidad de San Andrés Cuexcontitlán.

 

Ya entrada la noche, en una casa cercana a la escuela, un grupo de padres cuestionaban porque les fueron retirados sus pupitres a sus hijos del tercer grado, grupo “A” del turno matutino, teniéndolos de pie, en cuclillas o hincados para tomar sus clases esos dos días.

 

Según comentan la medida fue instrumentada para controlar la disciplina y conducta de los alumnos, duraría toda la semana, lo que no ocurrió ante la inconformidad de los propios padres, que se manifestaron en la escuela al día siguiente.

 

La “genialidad pedagógica”, aseguran que no provino de un profesor, fue a propuesta y sugerencia de un señor conserje que coopera generosamente con los docentes, se quejaban contrariados los padres de los alumnos de ese supuesto hecho, “él qué sabe si ni término la secundaria”, dijeron algunos; lo lamentable dicen, fue que la idea se pusiera en práctica con la anuencia de los directivos escolares y con la opinión “calificada” del orientador del grupo, aseguran.

 

Los inconformes manifestaron “…no se puede tolerar este tipo de acciones para nuestros hijos, fue un martirio para ellos, sentarse todo el día en el suelo, escribir sobre sus piernas fue una experiencia muy ingrata, esto no puede ser posible”; incluso señalaron que al acudir con algunos profesores horas clase de ese grupo, en busca de alguna explicación de lo que pasaba, guardaron silencio, no dijeron nada, según se mencionó, el balbuceo de algunos docentes fue que “las ordenes no se discuten”.