Una sociedad mayoritariamente precarizada, con más de 9 millones de pobres, no puede ser de derecha o conservadora. La despersonalización ideológica que genera el neoliberalismo no logró someter al pueblo del Estado de México, la gente está plenamente consciente de su situación y de la necesidad de un cambio para mejorar. Darse un gobierno progresista era la mejor alternativa. Delfina no puede fallar, sería suicida cambiar para que todo siga igual.
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En el sistema financiero se tomó con calma la caída del PRI en el Estado de México, con quien tan buenos negocios hizo durante décadas. Sus intereses estarán seguros con el próximo gobierno de Morena, es el mensaje. Los bancos no ven ningún riesgo con los contratos de crédito abiertos y tienen plenas garantías de que cobrarán deudas sin contratiempo.
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El clero está de mal humor. Obispos, arzobispos, cardenales y curas, perciben como propia la derrota de Va Por el Estado de México. Durante el régimen priista, muchos de ellos recibieron un cúmulo de beneficios inconfesables, particularmente de dinero a manos llenas. Con Morena en el gobierno estatal tendrán todas las garantías para su ejercicio, pero perderán todas, absolutamente todas, sus canonjías. A los curas les duele mucho que les peguen en la bolsa.
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Entre los perdedores del domingo pasado hay que colocar a los grandes medios corporativos de comunicación como Televisa, Reforma, Azteca, Imagen, El Universal, Fórmula, Milenio, Latinus, etc., etc., dejarán de recibir financiamiento con recursos públicos del Estado de México. La maquinaria propagandística conservadora ha estado apoyada en las arcas públicas mexiquenses. Cobrarán sus últimos pagos y se les acabarán a partir de septiembre.
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El brazo de la agitación política priista en el Estado de México, monopolistas del transporte público y Antorcha Campesina, deberán ser inmovilizados en el corto plazo a través del derecho, de lo contrario operarán como desestabilizadores permanentes del nuevo gobierno. No será fácil, pero tampoco imposible.

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