El Nemesio Diez está a 2,999 kilómetros del Dignity Health Sports Park, una distancia menor comparada con la que separa al Diablo de la gloria internacional. El Turco lo sabía bien: desde 2003 Toluca no se impone en competencias de confederación, y por eso la Leagues Cup representaba un escaparate perfecto para seguir tejiendo eslabones en la renovada grandeza del equipo mexiquense.
Minutos antes del arranque, mientras el sol se escondía sobre el cielo toluqueño, se hacía oficial la alineación. Toda la carne al asador. El nombre de Vega brillaba en la lista: el hombre distinto, descansado y capitán, llamado a ser estandarte para enfrentar al extraño enemigo.
Toluca fue el Toluca de siempre: dominante, con garra… pero sin gol. Los minutos se escurrían como los balones que pasaban coquetos sobre la portería de Gallese. Llegaron los penales. Cinco disparos perfectos de cada lado. Luis García dejó la magia en otros guantes y no adivinaba los tiros rivales.
Entonces llegó el turno de Nico Castro. Gallese adivinó la trayectoria y detuvo el disparo. Orlando tuvo la serie en sus manos, pero el balón del equipo de blanco se desvió, sin dirección de portería.
La esperanza fue efímera. Juanpi envió un riflazo, pero Gallese volvió a adivinar. Portero contra portero. Luis García frente al guardián peruano del City, que esta vez tomó el balón para cobrar. Y así fue. Con serenidad, Gallese firmó la sentencia.
Como Tigres, otro equipo mexicano regresa con la ilusión en la maleta.

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