Tú construyes tu destino

  por: Juan José Peña Díaz La ignorancia de las leyes universales como la de la Armonía y la del Karma nos ha llevado a creer que el caos en el que vivimos actualmente es el estado natural del hombre. No alcanzamos a comprender que nosotros con nuestros actos erróneos creamos la desarmonía que llamamos […]

 

por: Juan José Peña Díaz

La ignorancia de las leyes universales como la de la Armonía y la del Karma nos ha llevado a creer que el caos en el que vivimos actualmente es el estado natural del hombre. No alcanzamos a comprender que nosotros con nuestros actos erróneos creamos la desarmonía que llamamos caos, mismos que nos afectan a nosotros mismos y a todos los seres que vive en nuestro entorno.

El hombre actual con su limitada conciencia tan sólo percibe las causas y los efectos inmediatos, es incapaz de dar seguimiento a todas las cadenas de causas y efectos que genera con sus actos, toda la energía liberada por nuestro pensamiento, palabra, obra u omisión regresa para manifestarse, muchas veces tarda más de una vida, otras tan sólo un instante.

No alcanzamos a comprender que de nuestro pensamiento surgen actitudes que nos orientan a hacer acciones determinadas que causan efectos que a su vez generan causas. La ley del karma está estrechamente relacionada con la ley de causalidad. Toda causa tiene un efecto; todo efecto tiene su causa.

Creer en el azar nos ha dado la falsa esperanza de cosechar lo que otros han cultivado, de despreocuparnos por lo que hacemos y esperar ingenuamente lo mejor sin habérnoslo ganado.

 Muchas veces veremos como la fortuna le sonríe al más malvado, recordemos que no todo es lo que parece, detrás de la ilusión de una buena cara se esconde el veneno que regresa a quien lo ha liberado, o viceversa, cuantas veces una desgracia nos encamina a lograr lo que siempre hemos deseado.

El hombre es el único ser en este planeta que tiene la capacidad de escoger si vive en armonía con su entorno o si con su pensamiento egoísta crea desarmonía.

La ley de la armonía depende de la ayuda incondicional que se da cada parte que integra el sistema, si alguna de las partes no copera rompiendo así la armonía del sistema, el Universo corrige regresando a cada parte lo que ha generado, es como un rebote.

“Una flor florece porque se reúnen todas las condiciones para que florezca. Una hoja cae porque se reúnen todas las condiciones para que caiga. No florecen ni caen por sí solas.”

(Sakyamuni Buda)

El rebote es necesario para generar más conciencia en el elemento que ahora tiene que sufrir en carne propia la desarmonía que ha creado, éste debe de aprender que forma parte de un TODO, que la evolución de ese todo depende de la ayuda que se den entre si las unidades que lo integran, que servir al prójimo es la única forma de evolucionar.

De igual forma el Universo recompensa al elemento que ha alcanzado la sabiduría para entender la Ley, la evolución de éste elemento se acelera por que fluye en armonía con el TODO, alcanzando rápidamente mayores niveles de conciencia. Como las religiones orientales manifiestan, es un ser que está en Dharma. Estar en Dharma es aprender, disfrutar y compartir.

 

Conclusión:

Cada uno de nosotros decide cómo quieres pagar su deuda karmica, con Amor (estando en Dharma) o con dolor (siguiendo en el papel de víctima). Si seguimos creyendo que las cosas suceden debido al azar y culpando al prójimo por nuestra desgracia, seguiremos acumulando Karma y las experiencias amargas regresaran una y otra vez hasta que hayamos aprendido la lección. Por el contrario, si aceptamos que lo que en este momento nos sucede es la consecuencia de nuestras elecciones del pasado, seremos más responsables de nuestros actos, corregiremos cada manifestación de nuestro ser buscando el bien para recibir bien, porque ningún hombre se desea el mal así mismo. Tú tienes en tus manos el poder de moldear tu destino.

 

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