¿Ventanilla de atención a los “rechazados”?

  La semana pasada el secretario de Educación del país, junto con cuatro gobernadores del centro de la República (Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Morelos), convocaron a un evento para relanzar una iniciativa llamada “Un lugar para ti”. Ésta consiste en ofrecer, a todos aquellos alumnos que sean rechazados en el examen […]

 

La semana pasada el secretario de Educación del país, junto con cuatro gobernadores del centro de la República (Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Morelos), convocaron a un evento para relanzar una iniciativa llamada “Un lugar para ti”. Ésta consiste en ofrecer, a todos aquellos alumnos que sean rechazados en el examen de admisión de Universidades y Escuelas de Educación Superior, una alternativa para no quedarse sin estudiar. La idea que expusieron se resume en una frase que, además, es el estandarte de esta política pública: “todos los estudiantes que tengan ganas de estudiar, tendrán cabida”.

No se trata de una iniciativa nueva, pues el portal http://www.unlugarparati.mx, que básicamente sirve para ubicar opciones de Educación Superior, existe desde el año pasado. Quizá ahora se añadieron algunas acciones, como hacer que gobernadores de varias entidades externaran públicamente el compromiso de sumarse a la iniciativa y coordinar acciones, un apoyo económico de mil pesos mensuales a cietos estudiantes y, por supuesto, el espectáculo mediático que buscaba generar un impacto que, al menos en el mundo en el que se mueven los jóvenes ahora, que son las redes sociales, no lo generó.

Este evento se lanza, desde luego, tratando de anticiparse a ese fenómeno que a mediados de cada año se presenta y que es protagonizado por los rechazados de las universidades de mayor prestigio. Estamos hablando de casi 200 mil jóvenes que no son aceptados por instituciones de la zona centro del país, como la UNAM, la UAM, la UAEM, la UAEMex, el COLMEX, la UPN, la UAEH, la UPN, el IPN,a UACM o el CIDE. A ese gran universo de personas que son excluidas tras la realización del famoso examen de admisión, se les busca convencer que opten por alguna otra oferta educativa, principalmente en universidades tecnológicas, universidades politécnicas, normales, en sistemas de educación abierta y a distancia, o incluso en escuelas privadas que les ofrecerán “atractivos descuentos”.

Siempre será mejor tener opciones que no tenerlas, pero es evidente que el problema de los rechazados no se resolverá. Aunque las cifras que maneja la SEP para justificar la estrategia parecen muy lógicas (dice que egresarán de la educación media superior en esas cinco entidades 341 mil alumnos y que en total hay 463 mil lugares disponibles en la educación superior), tratándose de decisiones para la vida, no es sólo cuestión de números y de tener más oferta que demanda.

Si se trata instrumentalmente el asunto, parece no haber problema alguno: todos tendrían lugar para estudiar. Sin embargo, el problema no debe enfocarse así, pues cada estudiante tiene aspiraciones, convicciones, capacidades, aptitudes y vocación diferentes. Es verdad que como país tenemos necesidad de formar a nuestras generaciones jóvenes, de incrementar el nivel educativo de la población, de brindarles las herramientas para ejercer una profesión, para producir ideas y soluciones en distintos ámbitos de la vida; pero no a cualquier costo. Sería un error poner a miles de jóvenes a estudiar algo que no querían, en una institución que no le representa ningún referente aspiracional, desarrollarse en algo que nunca se imaginaron que sería su profesión, pues existen altas probabilidades de que dejen trunca la carrera o terminen dedicándose a algo que no les satisface.

La iniciativa #UnLugarParaTi es una especie de ventanilla a la cual enviar a los rechazados, arrebatándoles la bandera de la inconformidad por no haber sido aceptados en la institución que eligieron para estudiar. Sin embargo, quedan sin tratar tres temas que están en la raíz del problema: primero, la exclusión vía el examen; segundo, la clara tendencia gubernamental por impulsar la educación técnica en detrimento de la científico-humanística; y, tercero, la permanente estrategia de la SEP de hacer recaer el problema en las expecativas de los estudiantes y no en la falta de políticas públicas consistentes en fortalecer a las universidades públicas existentes y crear nuevas con los más altos estánderes de calidad educativa.