Dudar no es temer. Es reconocer que toda elección —académica, política o climática— deja heridas si no se piensa con el filo despierto. Esta semana, en medio de urnas, renuncias, inundaciones y estrategias invisibles, las certezas oficiales nos piden a gritos que no hagamos preguntas. Pero ¿cómo no dudar cuando hasta el silencio parece coreografiado?
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I. ¿Quién se retira cuando no se va?
Eréndira Fierro anunció su retiro de la contienda por la rectoría, pero sin formalizarlo. Su posible reincorporación abre preguntas que aún no tienen respuesta: ¿es legal, legítimo, útil o estratégica su decisión? Falta información clave para entender si su movimiento enriquece o empobrece el proceso.
a) ¿Qué significa “declinar” una candidatura si no se presenta la renuncia ante la autoridad electoral correspondiente?
b) ¿Es jurídicamente válido reactivarse en la contienda sin haber salido formalmente de ella?
c) ¿Qué mensaje se envía a la comunidad universitaria cuando las reglas parecen adaptarse a cada jugador?
d) ¿Abona esta maniobra a la construcción de un proceso electoral más incluyente o lo vuelve aún más opaco?
e) ¿Puede una candidatura ausente convertirse en la carta ganadora en medio del desconcierto colectivo?
Moraleja: A veces, más que renunciar al poder, se toma impulso desde la sombra.
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II. ¿Competir es excluir?
En el proceso por la rectoría de la UAEMéx, se ha hecho visible una conducta peculiar: algunas candidatas optan por ignorar sistemáticamente a otra aspirante, como si invisibilizarla fuera una táctica válida. No se trata de un ataque directo, sino de un desdén compartido. ¿Es cálculo? ¿Rito tribal? ¿O reflejo de una cultura institucional más profunda?
a) ¿Desde cuándo competir en el ámbito académico implica acordar a quién no mirar?
b) ¿Qué lógica guía la estrategia de reducir el debate eliminando simbólicamente al otro sin confrontarlo?
c) ¿Realmente creen las candidatas que callar sobre una contendiente las fortalece frente a la comunidad universitaria?
d) ¿No es inquietante que una universidad, que debería formar en pluralismo, reproduzca viejas lógicas de exclusión velada?
e) ¿Qué modelo de liderazgo están proponiendo quienes compiten callando, aislando o suprimiendo al interlocutor?
Moraleja: Si el disenso molesta en campaña, inquieta imaginar qué pasará en el poder.
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III. ¿Quién mueve el dinero cuando cambia el nombre?
Desde la salida de Paulina Moreno a finales de 2023 y la llegada de Óscar Flores a la Secretaría de Finanzas del Estado de México, poco se ha dicho con claridad sobre el estado real de las finanzas públicas. El cambio se anunció como un ajuste técnico. Pero… ¿ha sido así? ¿Mejoraron los indicadores o solo cambiaron de manos las decisiones?
a) ¿Qué ha cambiado estructuralmente en la política financiera del gobierno estatal desde el relevo en la Secretaría?
b) ¿Fue la salida de Paulina Moreno una decisión técnica, política o una combinación de silencios estratégicos?
c) ¿Por qué, si la deuda pública sigue cercana a los 70 mil millones, no hay un plan de ajuste fiscal visible ni debatido?
d) ¿Es sostenible una política financiera que prefiere la opacidad de los grandes rubros a la claridad de los resultados?
e) ¿Qué mensaje se manda a la ciudadanía cuando el nuevo secretario es invisible, pero el gasto sigue inercial?
Moraleja: Cambiar al contador no basta si los números siguen ocultos.
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IV. ¿Y ahora qué hacemos con el poder que votamos?
El 2 de junio, por primera vez en la historia, los mexiquenses eligieron directamente a personas juzgadoras. Es un hito democrático, sí, pero también un espejo. ¿Qué revela sobre nosotros? ¿Qué sigue después del voto? ¿Qué tipo de justicia queremos construir a partir de esta nueva responsabilidad ciudadana?
a) ¿Es la alegría cívica del voto suficiente para garantizar una justicia distinta?
b) ¿Qué tan conscientes fuimos del poder que tuvimos en nuestras manos al elegir a quienes juzgarán en nuestro nombre?
c) ¿Por qué celebramos más el acto de votar que el deber de vigilar a quienes elegimos?
d) ¿No estaremos delegando otra vez la justicia como si fuera un asunto externo, ajeno, lejano?
e) ¿Qué pasará si, después de este parteaguas, todo sigue igual en tribunales, sentencias y corrupción?
Moraleja: Votar por la justicia no es el fin del camino, apenas es el principio de la conciencia.
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V. ¿Se puede vivir dignamente cuando lo indigno se vuelve rutina?
Cada temporada de lluvias, cientos de colonias en el Estado de México se inundan. La gente lo sabe, lo espera, se organiza, se resigna, se seca… y vuelve a empezar. No hay sorpresa, tampoco escándalo. ¿Qué pasa con una sociedad que ha aprendido a soportar lo insostenible como si fuera parte de su destino?
a) ¿Qué tipo de contrato social acepta que miles de personas vivan bajo la amenaza anual del agua sucia en su sala?
b) ¿Por qué la repetión del desastre no genera un clamor colectivo, sino solo estrategias de supervivencia?
c) ¿Cuánto daño estructural provoca que la gente ya no se indigne, sino solo se prepare para resistir?
d) ¿No es perverso que la palabra “resiliencia” haya desplazado a “justicia” en el discurso de las emergencias?
e) ¿Hasta cuándo vamos a llamar cultura de la adaptación a lo que en realidad es una pedagogía del abandono?
Moraleja: La verdadera resiliencia no consiste en soportar lo insoportable, sino en transformar las condiciones que lo hacen necesario.
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Dudar, esta semana, es recordar que ninguna victoria es definitiva si no se vigila. Que ninguna exclusión es inocente si se normaliza. Que ninguna inundación es “natural” si se repite como destino. Y que, aunque el voto sea un acto de poder, también puede ser el comienzo de un nuevo silencio… si no se acompaña de conciencia.

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