¿Cómo resolverá la izquierda sus propias contradicciones?

El poder no sólo transforma; también revela, distorsiona, silencia y disgrega.
junio 29, 2025

El poder no solo transforma; también revela, distorsiona, silencia y disgrega. Dudar no es renunciar a las convicciones, sino someterlas a fuego lento para evitar que se pudran. Esta columna no pretende responderlo todo, pero sí cuestionar lo que muchos ya dan por sentado. Aquí van cinco preguntas mayores, disfrazadas de muchas más.

El poder no transforma al que lo posee: lo exhibe. Y la izquierda, ahora hegemónica, ya no puede echarle la culpa a la derecha de sus fracturas. Lo que antes era pluralidad crítica, hoy amenaza con convertirse en tribalismo vengativo. Las diferencias ideológicas ceden ante la disputa de posiciones. ¿Qué pasará cuando la militancia deje de aplaudir y empiece a cuestionar? ¿Podrá MORENA nombrar un nuevo liderazgo sin abrir una guerra de facciones?

a) ¿Puede un movimiento que nació en rebeldía conservar su vocación transformadora ahora que administra lo que antes repudiaba?
b) ¿Qué pesa más al elegir al nuevo dirigente: la convicción política o la conveniencia de grupo?
c) ¿De qué sirve predicar la unidad si por dentro el partido se cocina a fuego lento una purga selectiva?
d) ¿La izquierda puede construir futuro si usa los mismos métodos que juró combatir?
e) ¿Qué pasará con el Edomex si la mayoría guinda se parte en dos antes de gobernar en serio?

Moraleja: El poder revela a la izquierda lo que la oposición nunca pudo enseñarle: el reto no es vencer, sino no devorarse a sí misma.

**

2. ¿Por qué dejamos de hablar de la UAEMéx tan rápido?

Una universidad en crisis debería ser un escándalo prolongado, no una nota de tres días. Pero el conflicto en la UAEMéx —con su rector fugado, su estructura colapsada y su comunidad fracturada— se fue esfumando como si no nos doliera. Tal vez porque la mayoría no estudió ahí. O porque preferimos el pleito en TikTok a la disputa por el sentido de lo público. O porque, en el fondo, nos hemos acostumbrado a ver morir las instituciones sin levantar la voz.

a) ¿Puede sobrevivir una democracia si a su universidad más importante nadie la defiende?
b) ¿Qué revela el silencio social ante la crisis de la UAEMéx: agotamiento, desprecio o ignorancia estratégica?
c) ¿De qué sirve una casa de estudios si a la sociedad que la rodea ya no le interesa lo que ahí ocurre?
d) ¿Se acabó el conflicto o sólo se acabaron los clics?
e) ¿Cuántos rectores deben huir para que nos importe una universidad pública?

Moraleja: Cuando la indiferencia gana, la ignorancia deja de ser casualidad y se vuelve sistema.

**

3. ¿Tiene cura el ISSEMYM o solo tratamientos paliativos?

En el vocabulario del ISSEMYM, “derechohabiente” suena más a condenado que a beneficiario. Las clínicas están saturadas, los medicamentos escasean, las especialidades son un privilegio improbable y los trámites para jubilación o pensión se convierten en laberintos interminables que consumen años y agotan la dignidad. Lo trágico es que todo esto ya no indigna: se ha vuelto parte del mobiliario mental del empleado público. Como si el dolor fuera parte del contrato.

a) ¿Puede llamarse sistema de seguridad social a una institución que enferma a quienes promete cuidar?
b) ¿Qué administración estatal se atreverá a intervenir el ISSEMYM sin temer a sus costos políticos?
c) ¿De qué sirve un órgano tripartita si todos sus brazos están atados o dormidos?
d) ¿Es más fácil conseguir un trasplante que una cita con el especialista?
e) ¿Cuánto más puede resistir un sistema que se sostiene con la resignación de sus víctimas?

Moraleja: Si el ISSEMYM fuera un paciente, su expediente ya diría: estado crítico, sin tratamiento efectivo, pero estable… en el abandono.

**

4. ¿Hasta dónde llega el proyecto personal de Higinio?

Dicen que la política no se hace con afectos, pero hay rencores que duran más que muchos cargos. Higinio Martínez ha construido su carrera sobre la narrativa del cambio, pero actúa como si el Edomex fuera un feudo y los morenistas, sus vasallos. Para algunos es un ideólogo; para otros, un caudillo con memoria selectiva. La pregunta ya no es si tiene poder, sino qué está dispuesto a hacer con él… y contra quién.

a) ¿Puede liderar un movimiento quien no ha aprendido a convivir con la disidencia?
b) ¿Cuánto pesa el pasado en las decisiones de un político que presume futuro?
c) ¿Qué queda de un liderazgo cuando lo que más moviliza no es la esperanza, sino el agravio?
d) ¿Cuál ha sido su mayor legado: Texcoco, el GAP… o la lista de enemigos acumulados?
e) ¿Puede alguien hablar de austeridad con credibilidad tras vivir de la política durante casi medio siglo?

Moraleja: Un proyecto que nace para transformar debe saber cuándo dejar de acumular, incluso agravios.

**

5. ¿Qué quiere realmente Movimiento Ciudadano en el Edomex?

Dicen que van solos, pero nunca están solos. Dicen que son nuevos, pero muchos de sus cuadros huelen a reciclaje. Movimiento Ciudadano se mueve con ambigüedad quirúrgica: crítica al sistema sin tocarlo, se dice oposición, pero no incómoda, promete el futuro, pero no explica cómo. En el Estado de México, su presencia es más interrogante que alternativa. Y lo que no se nombra, a veces se negocia.

a) ¿Puede haber un proyecto ciudadano sin ciudadanía organizada ni discurso transformador?
b) ¿Se puede confrontar al PAN aliándose con los despojos de sus gobiernos?
c) ¿Para qué quiere el poder un partido que no incomoda a nadie con propuestas, pero sí aparece en todas las boletas?
d) ¿Movimiento Ciudadano es el nuevo PAN… o su sombra útil?
e) ¿De qué sirve una “tercera vía” que nunca llega al corazón del conflicto?

Moraleja: El poder sin propósito se convierte en trámite electoral; y el silencio, en su mejor estrategia.

Dudar es la forma más sofisticada de resistencia. No porque destruya certezas, sino porque nos obliga a reconstruirlas sin los atajos del dogma. Preguntar es el primer acto de responsabilidad intelectual… y política.

Síguenos

PUBLICIDAD

BOLETÍN

Únete a nuestra lista de correo

Como tú, odiamos el spam

Te recomendamos