¿Debe preocuparnos que se levante la cuarentena por covid-19?

Al volver a las calles es normal y hasta lógico que los casos vuelvan a explotar.

Foto: Jesús Mejía.

Sabemos que la batalla contra el covid-19 no está ganada. Las vacunas todavía no son un hecho, los contagios siguen a tope y las muertes ya superaron las cifras que se tenían calculadas cuando todo el desastre sanitario comenzó.

Aun así, los países han sufrido grandes pérdidas y en medio de la desesperación para reactivar su economía han llegado a la conclusión de que lo mejor que se puede hacer es dar luz verde para que los comercios en general vuelvan a sus actividades.

Con esos decretos, la población en general romperá de manera formal la cuarentena que muy obligadamente se había llevado a cabo en las naciones para evitar que el virus continuara propagándose sin piedad. La nueva normalidad ya tocó nuestras puertas, pero, ¿qué tanto debemos preocuparnos ahora que la gente transita las calles como si el covid-19 ya no existiera?

Tomemos de ejemplo a Alemania, un país se siguió al pie de la letra el aislamiento pero que una vez que se controlaron los casos decidió que se podía ser un poco más flexible para que se volviera a las actividades. Así, la tasa de reproducción del virus subió a 1.2 y 1.3 por varios días, cuando mantenerla por debajo de 1 era una parte fundamental en la ecuación para relajar las normas.

Algo similar pasó en Corea del Sur y en Wuhan, donde después de estabilizarse un poco se volvió a las calles y aparecieron nuevos casos.

Entonces, ¿significa esto que el levantamiento de las medidas ha sido un fracaso? ¿Es inevitable que el fin del aislamiento dé lugar a una nueva ola de contagios? Y bien, ¿qué debemos esperar realmente tras la salida de la cuarentena?

Habrá más casos

Evidentemente, cuando hay un control específico de la población y se evita el contacto con el exterior es esperable que los casos se regulen. Pero al volver a las calles es normal y hasta lógico que los casos vuelvan a explotar porque el  control se ha perdido, porque notenemos una cura, porque todavía hay muchos cabos sueltos sobre la enfermedad.

«No estamos en una etapa en la que se elimina la enfermedad. Hay maneras de frenar la aparición de casos, pero para eso se necesita una vacuna, o que todo el mundo haya sufrido la enfermedad y tenga cierto tipo de inmunidad, y ese no es el caso», dice a BBC Mundo Andrew Tatem, investigador de enfermedades emergentes de la Universidad de Southampton. «La gran mayoría de la población —en algunos casos el 95%— sigue siendo susceptible al virus, que sigue circulando por el mundo. Así que definitivamente esperamos que se produzcan más casos».

Lo preocupante del surgimiento de los nuevos casos es que es difícil saber cuándo este incremento en el número de infectados excede lo esperable porque nunca hay un número determinado, todo depende de las situaciones del país y de si estos surgen en ciudades específicas o se distribuyen equitativamente por toda la nación.

Lo importante, en opinión del profesor de Epidemiología de la Universidad de Hong Kong Ben Cowling, es que la infección tiene un alto potencial para volver a propagarse a velocidad luz: «Si las medidas se relajan completamente y volvemos a la normalidad, el potencial es muy grande».

Segunda ola

La aparición de nuevos casos no significa necesariamente que estamos ante una segunda ola de la pandemia, aunque tampoco hay una definición exacta de qué constituye una nueva ola en términos de salud pública.

Básicamente, dice Cowling, hablamos de una nueva ola «cuando el número de casos alcanza un nivel en el que los hospitales deben tomar medidas especiales para responder a la epidemia, como por ejemplo liberar camas para crear más espacio para pacientes con coronavirus”.

Si ponemos en perspectiva esto, en el Estado de México apenas vamos saliendo de la primera ola crítica de saturación hospitalaria. Ahora, ¿qué podemos esperar de una segunda, tercera, cuarta o quinta ola?

Esto será un hecho porque, hasta que no tengamos vacuna, vamos a tener que convivir con ellas. No van a parar, pero al parecer tampoco lo haremos nosotros. Así que es una encrucijada difícil de resolver, más no de prever.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en mayo que el virus podría quedarse entre nosotros para siempre, como ha ocurrido con el virus del VIH: «Es importante poner esto sobre la mesa: el virus podría convertirse en otro virus endémico en nuestras comunidades y estos virus podrían no irse nunca», sentenció Mike Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS.

Nueva ola , ¿más o menos mortal?

La pregunta que más nos preocupa a todos es si los brotes que vendrán serán más o menos letales que lo que estamos viviendo ahora. 

Según la BBC, las epidemias y las enfermedades infecciosas se comportan de maneras diferentes. Si nos guiamos por la pandemia de gripe española de 1918 —un evento considerado como la «madre de todas las pandemias» y que dejó más de 50 millones de muertos— sus sucesivas oleadas fueron más letales que la primera.

En el caso del SARS-Cov-2, se espera que la segunda ola aparezca precisamente en verano, sin embargo, el impacto que tenga dependerá, como siempre, de las medidas aplicadas y de la conciencia y preocupación que le ponga cada gobierno. 

Si nos ponemos las pilas, las olas futuras no tendrían que ser tan letales como la que todavía nos está azotando.

¿Fracasamos?

De acuerdo con las investigaciones que se han hecho, los rebrotes no implican que se esté fracasando en la batalla contra el covid-19. No hay que olvidar que las cuarentenas son una estrategia a corto plazo destinadas a reducir el número de contagios que provoca cada persona infectada, para evitar que la tasa de infección aumente a un ritmo exponencial.

Las cuarentenas buscan “aplazar la curva” para evitar que los hospitales se desborden, también buscan disminuir el número de muertes y ganar tiempo mientras los científicos aprenden cómo se comporta el nuevo coronavirus para desarrollar tratamientos efectivos y trabajar en la vacuna.