Delfina será una gobernadora fuerte, muy fuerte

Delfina será una gobernadora fuerte, muy fuerte
Su fuerza radica en su legitimidad, el pueblo la sostendrá, pero también el poder federal

Alfredo del Mazo tiene nada de qué avergonzarse, por el contrario. El juicio de la historia le favorecerá como facilitador de la democratización del Estado de México. La nomenklatura, la peor parte, la más abyecta, se le ha abalanzado tildándolo ridículamente de traidor. Su comportamiento es explicable, ha perdido el mejor y más redituable de sus negocios, el poder público al que esquilmaron durante décadas. Del Mazo puede dormir tranquilo y mirar a sus hijos a los ojos con orgullo. Hizo lo correcto.

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Aquellos que ofensivamente conjeturan sobre la supuesta debilidad de carácter de la maestra Delfina se irán de bruces cuando la conozcan en ejercicio del poder. Confunden amabilidad con falta de carácter. Delfina será una gobernadora fuerte, muy fuerte. Su fuerza radica en su legitimidad, el pueblo la sostendrá, pero también el poder federal.

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En el único lugar donde Claudio X. González y sus amigos pudieron ganarle a la 4T fue en Valle de Bravo, allí donde la oligarquía mexicana tiene sus mansiones de descanso. Los grandes millonarios del régimen que se desmorona operaron abiertamente para que la alianza encabezada por el PRI obtuviera más votos que Morena. Fue una derrota simbólica para la alcaldesa Michelle Núñez y Horacio Duarte, pero solo eso, no más.

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En el PAN mexiquense se avecinan ajustes para las elecciones de 2024. Enrique Vargas mantiene el liderazgo más consolidado, pero empezarán a disputárselo. La competencia con Anuar Azar parece inevitable. Grandes amigos y aliados, pero el destino inevitable los separará. Veremos.

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El capital político de Omar Ortega es cero. Es zombi político que se alimenta de las migajas de la burocracia perredista. Final adecuado de una trayectoria política tan abyecta como la de él. No es más que un empleado del coordinador de los diputados priistas, Elías Rescala.