Toluca, México; 11 de junio de 2018. Miguel Ángel Ocaña Loranca, ex director de la Policía Ministerial del Estado de México, fue ejecutado y encontrado muerto en su automóvil Mercedes Benz A4 en la colonia Los Arcos de Naucalpan, la noche del miércoles 30 de mayo. Su muerte se suma a otros cinco homicidios y atentados contra comandantes de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), ocurridos en Nezahualcóyotl, Cuautitlán Izcalli y Ecatepec.
La historia de Ocaña no es distinta de la de otros policías. En febrero de 2007 fue ascendido a director de la Policía Ministerial por Abel Villicaña, en la administración de Enrique Peña Nieto en el Estado de México. A él se le adjudicó el esclarecimiento del asesinato de Luis Héctor Zavala McGregor, primo de la ex primera dama y ex candidata independiente a la presidencia, Margarita Zavala, además de haber encabezado la investigación del denominado “Robo del siglo” en 2006, cuando fueron saqueadas bodegas de seguridad de una sucursal del banco Banamex en Tecamachalco.
El “Robo del siglo” fue uno de los saqueos más importantes en la historia de México, donde un grupo de individuos sustrajo bienes y dinero con un valor total de entre 250 y 300 millones de pesos, entre los que también fue violada una caja de seguridad, propiedad del padre de la ex esposa del presidente Enrique Peña Nieto, Mónica Pretelini Sáenz. La investigación estuvo a cargo del entonces procurador general Abel Villicaña, de la mano con Miguel Ángel Ocaña.

Foto: La Prensa.
El robo fue tomado, incluso, por la Suprema Corte de Justicia, luego de que una de las afectadas interpusiera una demanda contra el banco por más de 6 millones de dólares para resarcir los daños y exigir compensación. Sin embargo, aunado al hecho de que el “Robo del siglo” nunca fue aclarado en su totalidad y que los dos presuntos culpables afirmaron y reafirmaron su inocencia – salvo la confesión de resguardar parte del dinero que enviaban a Colombia y almacenar diversos bienes -, Ocaña es uno de tantos actores dentro de un escalafón judicial y gubernamental manchado por los antecedentes del peñismo en el Estado de México, así como Alfonso Navarrete Prida (quien orquestó exoneración de Arturo Montiel por enriquecimiento ilícito), actual secretario de Gobernación; Abel Villicaña Estrada (encarcelamiento de líderes de San Salvador Atenco); Alberto Bazbaz Sacal (La niña Paulette) y Alfredo Castillo Cervantes. A cada uno de ellos le pesa un antecedente oscuro. La muerte a Ocaña Loranca y, junto a él, otros cinco atentados contra policías como él en el Estado de México.
La violencia sin límite
El 23 de mayo el comandante regional de la FGJEM en Cuautitlán Izcalli, Israel Sotelo Corona, fue asesinado en las inmediaciones de la sede regional de la Fiscalía mientras viajaba a bordo de una camioneta junto con dos policías municipales. El funcionario tenía 15 años de servicio y también 6 denuncias de violación sexual.
Por otro lado, el 12 de abril de 2018, José Luis Mendoza Espinoza, coordinador del área de Homicidios de la FGJEM, fue ejecutado en el mismo municipio junto a su escolta, Omar López Arredondo, mientras transitaban a bordo de un automóvil Chevrolet Malibú sobre la calle de Buganvilias, ubicada en la colonia Santa Rosa de Lima, con 50 disparos que ultimaron al funcionario con más de 12 años de servicio y al joven agente de seguridad, con sólo un año de trabajar para la Fiscalía.
Al mencionar los casos de Ocaña Loranca, Mendoza Espinoza y Sotelo Corona, salta a la vista la similitud del modus operandi con el que los perpetradores cometieron el delito, pues en los tres casos hasta este momento mencionados se trata de un homicidio estilo ejecución en tránsito, donde un automóvil se acerca a otro para descargar una ráfaga y fulminar a los atacados. Son tres de seis.

Foto: El Gráfico.
Un día previo al atentado contra el ex director de la Policía Judicial de la FGJEM en Naucalpan, el 29 de mayo, Roberto Carlos Jiménez, adscrito a la Policía de Investigación de la Fiscalía Regional de Nezahualcóyotl, sufrió un atentado mientras circulaba sobre el Circuito Exterior Mexiquense, donde fue interceptado por un grupo criminal que lo traslado a Jorobas, Huehuetoca, para después dejarlo a escasos metros de la caseta de cobro de la carretera México-Querétaro con disparos en el brazo y el omóplato derecho, además del rostro. Fue trasladado al hospital del ISSEMyM luego de ser encontrado por policías estatales, donde permaneció entubado y en condición crítica. No se ha difundido más información desde entonces.
Otro de estos atentados también ocurrió en Nezahualcóyotl el 16 de mayo, cuando el comandante Javier Calderón Garnica fue víctima de un intento de homicidio poco tiempo después de capturar a uno de los fundadores del grupo de narcomenudistas y extorsionadores La Unión Tepito, Ricardo López Castillo, alias “El Moco”. Castillo fue miembro de la hoy desaparecida Policía Judicial Federal por 13 años y fue cesado luego de que se descubrieran sus lindes con el crimen organizado.
El 3 de marzo otro comandante, José Carlos Nava, fue atacado por la espalda en una calle de San pedro Xalostoc, Ecatepec, por un supuesto vendedor ambulante. El comandante murió en la escena del crimen; sin embargo, el responsable fue capturado y, durante el interrogatorio, confesó que el homicidio había sido encomendado y que de no cumplirlo su familia sufriría las consecuencias. El grupo criminal lo llevó hasta el hogar del comandante, donde lo esperaron para comprobar que efectivamente lo había asesinado; luego, le ayudaron a huir hasta el municipio de Coacalco.
De los 6 atentados contra comandantes de la FGJEM, cuatro han sido fatales. Hasta este momento sólo se ha capturado a uno de los agresores, quien es, además, un mero asesino a sueldo víctima de un escalafón criminal intocable. Cabe señalar que, para el caso de estos atentados, todos, salvo dos, encajan en un mismo esquema.
¿Un leitmotiv?
Los denominadores comunes de estos atentados se reducen a ataques con arma de fuego en tránsito contra comandantes de investigación y homicidio de la FGJEM, quienes han sido acribillados en suelo mexiquense y cuyos atacantes continúan en libertad. A excepción del agente asesinado por la espalda en Ecatepec, cuyo agresor es el único que ha sido aprehendido, y el “levantón” en el Circuito, el resto de los atentados son el mismo, pero replicado. Ahora bien, en la definición de un hilo conductor cabría descartar el ataque contra Javier Calderón en Nezahualcóyotl, resultado de un ajuste de cuentas por la detención de un líder narcomenudista del grupo delictivo La Unión Tepito. Es decir, este atentado cuenta con un motivo establecido.
De acuerdo con informes oficiales, el asesinato del comandante Israel Sotelo Corona en Cuautitlán Izcalli corresponde, también, a una represalia derivada de un número de detenciones que el agente de la Fiscalía concretó días antes contra integrantes de grupos criminales que tenían al municipio en la mira, además de Tlalnepantla. Sin embargo, a Sotelo Corona le pesaban seis denuncias de violación sexual y casos de colusión con bandas de robo a transporte, de tal modo que incluso miembros de la corporación le denunciaron por prestar patrullas a criminales para fines de extorsión a automovilistas. Su grupo era conocido como “Los izquierdos”, y se hacían pasar por policías.

Foto: El Financiero.
A Mendoza Espinoza, también ultimado en Cuautitlán Izcalli – uno de los municipios más peligrosos del Estado de México -, lo mataron, según se reporta en las cuentas oficiales, por otro ajuste de cuentas entre miembros de los cárteles Jalisco Nueva Generación y del Golfo, principalmente. Aparentemente, el ministerial también habría realizado capturas relevantes que lo convirtieron en blanco del crimen organizado. Aquí es pertinente señalar que Mendoza Espinoza y su escuadra habían sido acusados por múltiples víctimas de extorsión, fabricación y compra de testigos.
Roberto Carlos Jiménez fue “levantado” en el Circuito Exterior Mexiquense por un grupo de individuos no identificados. Este atentado tampoco encaja en el estilo de ejecución en tránsito, sin embargo cumple con el resto de los criterios antes mencionados en los denominadores comunes. Más allá de reportarse el grave estado de salud en el que se encontraba después de ser trasladado a los servicios médicos, se desconoce más información tanto del acontecimiento como de los motivos.
Escenas de corrupción
Que elementos de la Policía Ministerial estén coludidos con bandas delictivas o el crimen organizado no es un secreto y cuenta de ello es el período de Abel Villicaña al frente de la Fiscalía, quien en su momento fue acusado de mantener vínculos con cárteles e, incluso, de recibir “regalos”. Lo mismo pesaba sobre la última de las víctimas de los seis atentados, Miguel Ángel Ocaña Loranca, ex director de la Policía Judicial bajo el mando de Villicaña y a quien públicamente se le señaló, también, de establecer nexos con el narcotráfico. Incluso, se sabe que uno de los tributos que recibió del cártel de Los Zetas para que pudieran operar en territorio mexiquense fueron dos camionetas BMW, acontecimiento vuelto escándalo y que le costó el puesto directivo, pero la impunidad triunfó dado que nunca fue levantado ningún proceso. De Ocaña se sabe, igualmente, que fue uno de los hombres de confianza del ex gobernador y actual presidente, Enrique Peña Nieto, durante su administración mexiquense.

Foto: Redes.
Síguenos