El feminismo no es solo una protesta, es un movimiento social

El feminismo no es solo una protesta, es un movimiento social
La doctora Daniela Cerva Cerna, socióloga, profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, explica para AD Noticias, sus alcances e implicaciones

Muchas veces, lo que se relaciona con el feminismo son las acciones que algunas mujeres realizan en las calles al salir a cuestionar la concepción del mundo respecto a la experiencia femenina, al estatus subordinado que se le ha dado a las mujeres en la sociedad, pero estas acciones –y las descalificaciones que abundan en las redes sociales respecto a las acciones contenciosas que realizan las mujeres– son sólo una parte de lo que este movimiento social implica.

Con el fin de comprender un poco el fenómeno, la doctora Daniela Cerva Cerna, socióloga, profesora investigadora de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, explicó a AD Noticias que el movimiento social no es sólo el que está en las calles, sino que hay distintos repertorios de acción que determinan la vida de un movimiento social.

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El movimiento feminista no es la excepción, es latente y colectivo, y cuenta con distintas estrategias, por ejemplo la política, y aunque lo que causa mayor atención son las acciones de choque en el espacio público éstas no son las únicas y mirar el movimiento, o percibir que éste se rechaza por estas acciones– es una visión reduccionista.

La pregunta importante, explica, es si las cuestiones relativas a la violencia contra las mujeres han logrado politizarse. Al respecto, Daniela Cerva considera que sí hay un gran triunfo: desde el momento en que se pueden generar indicadores para saber qué tanto –en la agenda política– se están abordando estos temas y si existe un debate al respecto de ellos.

La doctora en Ciencias Políticas y Sociales menciona que en México sí se ha logrado poner en la agenda política los temas que afectan a las mujeres, señala que aunque no todas las protestas tienen que ser violentas, quienes estudian protestas y conflictos sociales sí perciben una correlación entre mayor visibilidad de la protesta y los repertorios de acción de los movimientos que van a implicar mayor disrupción, como bloquear calles, rayar paredes, hacer tomas, organizar huelgas, incendiar neumáticos…

Para comenzar…

El feminismo no es un fenómeno reciente, para comprenderlo se puede pensar en la idea de las olas, que van y vienen en un determinado tiempo, así lo explica la doctora Daniela Cerva, profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, quien hace referencia –en términos generales– a cuatro oleadas específicas:

  1. La primera, que nace en la Ilustración, es un momento donde se empieza a reflexionar sobre la condición de las mujeres y los temas, principalmente, de educación y de la propiedad.
  2. La segunda se refiere a las reivindicaciones asociadas el sufragismo.
  3. La tercera tiene una vinculación con los sesenta y aborda temas relacionados con la libertad sexual y la maternidad voluntaria.
  4. La cuarta oleada es la que se vive actualmente y se relaciona con el influjo de las redes sociodigitales; también se manifiesta en el contexto de la globalización, en esta oleada los procesos de intercambio son más rápidos, en términos de tiempo y espacio, este feminismo pone al centro de la problemática el tema de la violencia hacia las mujeres.

La doble indignación

Daniela Cerva explica que, en el caso de México, el sujeto del reclamo es la autoridad: el Estado, la Universidad (…) es la autoridad quien genera una segunda indignación respecto al reclamo, esto es; la primera existe con un hecho concreto: el feminicidio, la desaparición o la violación, esta indignación se gesta en un entorno inmediato que cuando exige justicia encuentra una posición institucional que revictimiza e invalida la palabra de las mujeres, situación que provoca una segunda indignación.

La criminalización de la protesta y el discurso institucional

Los niveles de impunidad y de actuación deficiente de la justicia en México juegan un papel importante; los familiares de víctimas de feminicidio o de mujeres desaparecidas se enfrentan también con discursos institucionales que generan hartazgo al pensar que se descalifica la denuncia, la protesta y, además, se deslegitima al movimiento.

En el artículo se menciona que “la criminalización de la protesta feminista se ha relacionado con todas las expresiones que aparecen en la prensa, redes e incluso por parte de algunas autoridades que señalan que la indignación de las mujeres es una forma no racional de solucionar los conflictos, la manera de expresar sus demandas correspondería a estados emocionales no controlados. Se transmite la idea de que quien protesta es un sujeto carente de una fuerza política al asociarlo a la irracionalidad”.

“Desde mi punto de vista”, señala la doctora Cerva, “el control social de la protesta aparece más allá de la forma en que las fuerzas del Estado intervienen en situaciones de manifestación social; la represión simbólica que se establece en el discurso de la autoridad y en los medios de comunicación tiene un impacto en la ciudadanía, minimizando el contenido de las demandas y sobredimensionando la alteración del orden público, los daños y destrozos a la propiedad pública”.

La normalización de la violencia de género presente en los discursos institucionales, como la misoginia que se extiende en las redes sociodigitales es actuamente cuestionada; se reacciona con indignación –una doble indignación– y se trata de un movimiento que, se concluye, “difícilmente dará marcha atrás”.