El infierno caribeño

Hagamos un ejercicio de imaginación: un país con una alta inflación, moneda depreciada, fraude de 2 mil millones de dólares por concepto de petróleo en el que se han visto involucrados quince ministros. En este país el gobierno actual niega un gobierno de transición, más de la mitad de su población no gana más de […]

Hagamos un ejercicio de imaginación: un país con una alta inflación, moneda depreciada, fraude de 2 mil millones de dólares por concepto de petróleo en el que se han visto involucrados quince ministros.

En este país el gobierno actual niega un gobierno de transición, más de la mitad de su población no gana más de dos dólares al día y es difícil el acceso a los alimentos. Los bancos y escuelas han cerrado. Este país es bañado por las cálidas aguas caribeñas.

El presidente Donald Trump ha pedido a sus ciudadanos no visitar este país debido a que, en recientes protestas, algunos manifestantes perdieron la vida. Este país tiene uno de los desarrollos económicos más bajos del mundo. Un país sumido en la pobreza, que tiene un defecto: no tiene petróleo.

Si el país que imaginaste fue Venezuela, fallaste. Haití vive una crisis reflejada en las protestas en las que participan hombres, mujeres y niños. El gourde, la moneda oficial, se ha depreciado, la carencia de combustible y el cierre de bancos y escuelas agravan la situación.

La crudeza de las imágenes mostradas por algunos medios internacionales podría alarmar a las grandes potencias. No es el caso. La comunidad internacional que exigió la salida del poder del presidente Nicolás Maduro ha permanecido callada. Un mutismo generalizado se produce en mandatarios y medios de comunicación.

Históricamente, Haití ha sufrido la infamia de la esclavitud, la represión de las dictaduras –como la de François Duvalier “Papa Doc”–, la ira de la naturaleza y el silencio actual de las naciones. El pobre Haití.