El sábado tuve la oportunidad de asistir al cumpleaños de una persona que estimo mucho. Poco después de la comida, empezó la hora artística. Nunca había asistido a un evento de este tipo, en el que hubiera tanta gente talentosa.
Distintas personas –que se encontraban en el festejo como invitados– empezaron a tocar algunos instrumentos musicales como el violín, el cajón peruano, el saxofón y la guitarra. Todos lo hicieron muy bien, pero mi mayor asombro llegó cuando pasó a cantar una soprano –que después me enteré que es profesional, y que cantó impresionantemente bien.
Después de ella, un hombre extranjero cantó dos tangos argentinos –y también lo hizo excelente–. Al final, y a petición de todos los que formábamos la audiencia, cerraron con un dueto improvisado. Fue una experiencia inolvidable; sin embargo, lo primero que invadió mi mente fue por qué estas personas no son más conocidas o exitosas. Y la razón es simple: tendemos a creer el mito de que ser talentoso es suficiente para tener éxito en la vida y no es así. Es necesario optimizar ese talento a través de nuestra imagen: ¿qué es lo que los demás perciben de nosotros? ¿Realmente logramos impactar o llamar su atención? ¿Cómo podemos sobresalir entre otras personas que son igualmente talentosas?
En su libro “El talento nunca es suficiente”, John C. Maxwell menciona trece atributos que una persona debe tener para desarrollar su talento: confianza, pasión, iniciativa, enfoque, preparación, práctica, perseverancia, valentía, disposición, carácter, saber relacionarte con los demás, responsabilidad y trabajo en equipo.
Querido lector, yo agregaría la número catorce: conocimiento de imagen pública, para manejar adecuadamente los estímulos que te harán sobresalir de los demás y potencializar tu imagen para lograr tus objetivos.
¡Hasta la próxima!
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