Estancada rehabilitación de la cuenca del Lerma

Las acciones necesarias para conservar y rehabilitar la Cuenca alta del Río Lerma han sido, hasta ahora, insuficientes; a pesar de los esfuerzos, el deterioro ambiental provocado por la modificación cultural y ambiental, cuyas explicaciones -históricas y de adaptación- como el caso de la distribución del agua hacia la ciudad de México en la década […]

Las acciones necesarias para conservar y rehabilitar la Cuenca alta del Río Lerma han sido, hasta ahora, insuficientes; a pesar de los esfuerzos, el deterioro ambiental provocado por la modificación cultural y ambiental, cuyas explicaciones -históricas y de adaptación- como el caso de la distribución del agua hacia la ciudad de México en la década de los cuarenta, han configurado graves, y hasta el momento irresolubles, procesos de contaminación.

La existencia de diversos acuerdos, entre el que se encuentra el de coordinación entre el ejecutivo federal y los ejecutivos de Guanajuato, Jalisco, México, Michoacán y Querétaro para el Ordenamiento de los Aprovechamientos Hidráulicos y el Saneamiento de la Cuenca Lerma-Chapala del  13 de abril de 1989; el de reglamentar el uso, explotación y aprovechamiento de las aguas subterráneas de la Cuenca Lerma-Chapala del 28 de enero de 1993 y el acuerdo para determinar y concertar acciones del programa de ordenamiento y saneamiento de octubre de 1990, entre otros, tampoco han podido sentar las bases de un problema que se mantiene e, incluso, ha crecido. 

En días pasados, José Elías Chedid Abraham, titular de la Comisión de la Cuenca del Río Lerma creada también con la intención de aminorar y rescatar la cuenca, explicó que, actualmente, la operación de las macroplantas –que existen hace 25 años– implica el uso de una gran cantidad de recursos para operar, esto es, la mitad del presupuesto real de la Comisión del Agua del Estado de México. 

Las macroplantas son obras de infraestructura hidráulica que tienen el objetivo de devolver agua limpia al medio ambiente que, mencionó Chedid, limpian más de 2 mil litros por segundo de agua y luego se descargan a un Río Lerma contaminado, por lo que es necesario trabajar en tres aspectos: en que el Río Lerma nazca limpio en la Hacienda de Atenco, en el saneamiento de Mezapa norte y sur y en la producción, efectiva, de agua potable desde las macroplantas con una cobertura y reuso total. 

La cuenca alta del Río Lerma se ubica en la zona centro y norponiente del Estado de México en los Valles de Toluca e Ixtlahuaca-Atlacomulco, comprende una superficie de 5,354 km² y recorre 24% del territorio mexiquense, donde se sitúan 33 municipios del Estado de México y alberga a 2 millones 949 mil 536 habitantes, según datos de la Comisión de la Cuenca del Río Lerma.

Como se menciona en el libro La cuenca del Alto Lerma: ayer y hoy. Su historia y su etnografía, coordinado por Yoko Sugiura Yamamoto, existen tres problemas fundamentales que contaminan el cauce del río: el sector agrícola, el residencial y el industrial; aunque las regulaciones ambientales establecidas para este último rubro podrían haber reducido su impacto, sin embargo, esto tampoco ha sido suficiente. 

Se menciona que “el crecimiento poblacional, ha provocado que se destine el cauce natural como un desfogue de todas las aguas residuales generadas (64% del total de las aguas residuales generadas se descargan al Río sin tratamiento alguno) por la población y las industrias asentadas en el Valle. La gran extracción de agua del acuífero para abastecimiento del oriente del Estado y en particular para el Distrito Federal, ha provocado hundimientos”.

La contaminación del agua, del suelo y del aire representa uno de los problemas más graves del río. Esta crisis se agudiza debido al incremento del desarrollo urbano y de la industrialización y se traduce, por un lado, en la sobreexplotación del agua subterránea, derivada de la alta densidad poblacional de la zona y su consecuente demanda del vital líquido. La sobreexplotación ha provocado que desaparezcan humedales, manantiales y otros cuerpos hídricos superficiales, lo cual a su vez genera disminución en los niveles del agua subterránea y del caudal del río.

Por otro lado, el deterioro de los cuerpos hídricos superficiales es consecuencia de que a ellos ingresen aguas residuales industriales, municipales y agrícolas. Estos residuos han llevado al río azufre, vanadio, zinc, cobre, plomo y cromo, los tres últimos mentales pesado que representan un riesgo para los asentamientos humanos que se encuentran cerca del río. 

A esto se añade la acumulación de residuos orgánicos en la superficie, que genera la proliferación de ciertas algas, lo cual provoca la desaparición de peces, anfibios y otras formas de vida acuática, alterando otros ecosistemas de la zona. 

Debido al grave problema ambiental que significa la contaminación de este cuerpo acuático se ha convocado, una vez más, a que diversos sectores de la sociedad participen en la elaboración de un plan rector con el que se aminoren los problemas; asimismo, el Partido Verde Ecologista de México ha exhortado a la Comisión de Aguas del Estado de México y a la Comisión Nacional del Agua a que diseñen y lleven a cabo acciones coordinadas para sanear el Río Lerma, que requiere, acciones concretas de manera urgente.