Fantasías, pactos y privilegios

En municipios del Estado de México, más de un alcalde vive en 2027.
julio 19, 2025

¿Y si primero gobernaran?

En municipios del Estado de México, más de un alcalde vive en 2027. Se peinan, posan, se rodean de aplaudidores y miden likes como si ya estuvieran en campaña. Algunos, con delirios de permanencia, sueñan con reelegirse; otros se creen diseñadores de destino y ya imaginan a su delfín recibiendo la banda tricolor local. Mientras tanto, las calles están rotas, la inseguridad campea, los servicios fallan y el pueblo —ese que vota— sigue esperando que gobiernen. ¿Tan difícil es concentrarse en el presente? ¿Quién les dijo que aún tienen crédito político? ¿Qué parte de “servidores públicos” no han entendido? ¿No deberían dejar de verse en el espejo y empezar a mirar hacia afuera?

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Cristina Ruiz, la última carta

En el PRI mexiquense ya no hay cuadros, hay ruinas con gafete. Salvo una excepción: Cristina Ruiz. Llegó a la dirigencia estatal cuando el partido era ya un cuerpo clínicamente muerto, y lo ha mantenido con signos vitales, al menos discursivos. No se ha quejado, no ha huido, no ha traicionado. Ha hecho política sin presupuesto, sin fuerza territorial y con Alito colgado del cuello como lastre. A estas alturas, nadie duda que será la candidata tricolor en 2029. ¿Le alcanzará la estructura para competir o solo para negociar? ¿Podrá romper el pacto de simulación que tanto daño le ha hecho a su partido? ¿Y si en vez de sobrevivir, se atreviera a renacer? ¿Estará dispuesta a romper con quien tenga que romper? ¿O ya está todo negociado en lo oscurito?

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¿Y si encuestamos a los encuestadores?

Massive Caller lo volvió a hacer: convirtió una bola de cristal empañada en “metodología”. A dos años de la elección, ya decretó que los alcaldes de Izcalli y Toluca no podrán reelegirse. ¿Con qué datos? ¿Con qué seriedad? ¿Con qué pudor? Si alguien tiene a la mano una botanita, que se la acerque a los equipos de Daniel Serrano y Ricardo Moreno, porque las carcajadas vienen en oleadas. No se trata de defender gestiones —ambas con claroscuros—, sino de exigir respeto mínimo a la inteligencia colectiva. ¿Qué ganan estas encuestadoras sembrando percepciones prematuras? ¿A quién sirven realmente? ¿Cuánto cuesta manipular la expectativa? ¿Y cuánto más nos va a costar creerles?

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La hora de las decisiones

Patricia Zarza llegó con legitimidad suficiente para romper inercias, pero aún no termina de afinar quiénes la acompañarán en el gabinete universitario. El mayor riesgo que corre es el de desilusionar, aunque, seamos justos, solo se desilusionan los ilusos. Tiene ante sí una bifurcación clara: formar un cuerpo técnico de alto nivel o ceder cuotas a la nomenklatura que durante décadas convirtió a la UAEMéx en feudo y botín. No hay punto medio. ¿Habrá reforma o continuidad disfrazada? ¿Tendrá la convicción de empujar una nueva ética institucional o cederá ante las presiones del aparato? ¿Y si el cambio se queda en ceremonia y discurso? ¿Podrá resistir la tentación de conciliar con los de siempre?

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El agua sí tiene dueño

Mientras miles de familias mexiquenses se organizan con cubetas, tambos y rezos para ver si cae algo del cielo, hay personajes que tienen pozos legales —y otros no tanto— rebosando en sus propiedades privadas. En pleno siglo XXI, en medio de una crisis hídrica brutal, siguen existiendo ranchos que parecen oasis blindados: con albercas, pastos verdes, sistemas de riego automatizado y hasta permisos de explotación gestionados en tiempos de poder. Uno de ellos pertenece a un viejo conocido que se volvió multimillonario en el servicio público y que hoy presume más agua en su finca que toda la delegación de Calixtlahuaca junta. ¿Cómo se tramita ese privilegio? ¿Qué autoridad se atreve a fiscalizar? ¿Quién decide quién sí y quién no tiene derecho al agua? ¿Y cuánta sequía institucional hace falta para que la impunidad también se evapore?

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