Vaya oso que hizo una vez más la Fiscalía General de Justicia del Estado de México la última semana del año anterior, en la fallida ejecución de un cateo en una de las propiedades de Andrés Vergara en Metepec. Tan ridícula como cuando se les escapó Raymundo Martínez. Fue de pastelazo. Un comando de policías encapuchados derribó la puerta del domicilio equivocado, el que la orden situaba estaba enfrente. Tuvieron que retirarse sin poder hacer nada. El fiscal José Luis Cervantes debería hacer algo al respecto, porque solo hay de dos: son francamente incompetentes o lo hacen a propósito para arruinar la investigación.
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Derivado de las declaraciones de su secretario particular, se ha conocido parte del inventario patrimonial de Andrés Vergara, jefe de asesores, operador financiero y presunto prestanombres del escurridizo exalcalde fugitivo de Toluca, Raymundo Martínez. Para darse una idea de cómo se las gastaban, se ha podido saber que en el complejo residencial cateado la última semana de diciembre, Andrés tiene a su nombre 4 penthouses con valor unitario promedio de 12 millones de pesos. De acuerdo con versiones de personal de la inmobiliaria, los departamentos fueron pagados de contado, cubierta una parte con oro y otra en transferencia bancaria. No tenían recato.
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Hasta el gendarme de más bajo rango sabe muy bien quién controla el crimen organizado en Toluca, Tejupilco, Atlacomulco, Jilotepec o Chalco. No de ahora, desde hace años. La mafia de la “Familia Michoacana” se enraizó precisamente por la protección institucional a lo largo de décadas. Todo mundo sabía de sus operaciones extorsivas y demencial violencia para someter a pueblos enteros y nadie hacía nada. La “Familia”, hay que decirlo con todas sus letras, es una herencia del régimen anterior.
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Desde hace tiempo, en la conversación de la clase política se habla en voz baja sobre los grupos que respaldan a la priista y diputada sureña Jazmín Jaimes y sus supuestas relaciones peligrosas con personajes de la maldad. Ella, sostienen, es una especie de cabildera o contacto. La legisladora debería aclarar tan delicados señalamientos.
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Por lo que se ve, las relaciones personales entre la gobernadora Delfina Gómez y el senador Higinio Martínez son tan buenas como siempre. Hace unos días, se difundió una fotografía con la clara intención de enviar ese mensaje. No hay ruptura. Los texcocanos se tienen afecto y saben digerir sus diferencias.