México tiene muchos retos; algunos son emergentes y otros de larga historia. Entre estos últimos se encuentra el de la enorme pobreza que persiste entre la población. Desde hace siglos, la nuestra es una sociedad en la que pocos concentran mucho y millones no tienen nada. La pobreza, entendida como la falta de ingresos suficientes para poder vivir y de limitadas posibilidades para ejercer derechos sociales, ha sido un reto centenario. En algunos periodos de la historia, la cantidad de gente en la pobreza ha sido menor, luego se vuelve a incrementar, se estabiliza, se dispara y todo ello tiene que ver con una muy frágil condición económica entre millones y millones de mexicanos.
Igualmente, por muchas décadas no se tenía información precisa sobre las dimensiones del problema. Apenas hace un par de décadas se comenzó a trabajar más formalmente sobre el concepto y la metodología para medir la pobreza en el país. En este espacio hemos tocado el tema en varias ocasiones. Nada menos hace un año dedicamos un par de semanas a analizar las cifras reveladas por el Coneval, que es la instancia encargada de evaluar las políticas públicas en materia de desarrollo social, y que resultaron alentadoras: por primera vez en la historia reciente, se redujo en más de cinco millones el número de personas que viven en pobreza en territorio nacional.
Lo que sostuvo el Coneval fue: “entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional a nivel nacional pasó de 41.9% a 36.3%”. Eso significa más mexicanos que ingresaron mayor cantidad de dinero mensualmente, pero también que encontraron mejores condiciones para el ejercicio de sus derechos sociales. A eso se refiere la “pobreza multidimensional”. Si esas cifras eran alentadoras y evaluaban solo hasta el año 2022, las que este 2024 ha dado a conocer el Banco Mundial (BM) van en el mismo sentido.
En efecto, esta organización multinacional considera a México un país de “ingreso medio”; a partir de esta clasificación, estimó que en 2018, al inicio del presente gobierno federal, 35.7 millones de personas se encontraba en situación de pobreza, pero en este 2024 estima que se encuentran en pobreza 26.1 millones de personas. Sí, la diferencia es de 9.5 millones. Ese sería su cálculo acerca del número de personas que salieron de la condición de pobreza en México durante el presente sexenio y no es nada despreciable.
Los factores que el BM señala como influyentes en este proceso son un incremento en los salarios y un mayor número de personas con empleo. Ya todos sabemos que este gobierno decidió incrementar el salario mínimo en una proporción sin precedentes. Igualmente, se sabe que, a pesar de la contracción que tuvo la economía por la pandemia de Covid-19, en los años posteriores la tasa de desocupación ha llegado a cifras no vistas en muchos lustros. Estamos casi en “pleno empleo”, pues la tasa de desempleo es menor a 3%.
Aunque el BM no los incluye como factores influyentes en la reducción de la pobreza en México, el Coneval señala a los programas sociales como elemento importante para entender la tendencia. Ante estos números la pregunta es: ¿se le está ganando a la pobreza? La respuesta tiene que considerar qué tanto se puede sostener la condición alcanzada hoy. Para no estar celebrando triunfos píriricos, habría que poner atención a la solidez de los pilares que sostienen el proceso.
Hay que decirlo claramente: no basta con que la gente gane más por su trabajo, también se requiere que pueda tener servicios públicos que le garanticen acceso a educación, salud, vivienda, alimentación y seguridad social. Si alguien recibe un salario más justo, pero teme enfermarse porque atenderse le consume gran parte de su ingreso, sigue siendo muy frágil su condición. Igualmente, si tiene empleo y el salario mínimo le alcanza para comer, pero nada más, seguirá en condición de pobreza por acceso a vivienda, por ejemplo.
Lo que vale la pena destacar es que fue la sociedad toda la que decidió que llegaran al gobierno un grupo de personas que dijeron “primero los pobres” e implementaron políticas que hoy arrojan estos resultados. Nuevamente, la sociedad le dio el voto de confianza a ese proyecto este año y dijo: que sigan, que se mantenga el principio de “primero los pobres”. Si los números alcanzados son del tipo de los que ya mencionamos, lo que toca ahora es exigir que no se reviertan, que la administración no dilapide estos logros con, por ejemplo, medidas que hagan disminuir la actividad económica, que generen desempleo o inflación.
Igualmente, toca exigir que se amplíen las coberturas en materia de salud y educativa. Habrá que apuntar baterías a mejorar el acceso a la vivienda, a mejor alimentación y a servicios públicos de calidad, incluyendo seguridad pública, agua, infraestructura, etc. Todo lo que se haga para mejorar las condiciones de vida de la población abonará a que se vuelva menor improbable que aquellos que lograron salir de la pobreza regresen a esa condición ominosa.
La inflación acumulada durante el sexenio que termina fue de 31%. El incremento de los precios desde luego que diminuye el poder adquisitivo del salario. Tiene que trabajarse, pues, para evitar que ello termine por arrojar números contrarios a la tendencia que hoy puede ensalzarse. Igualmente, tiene que trabajarse para disminuir la inseguridad pública, la violencia, la mala alimentación. El gobierno que iniciará en apenas unas semanas tiene ese enorme reto.

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