Tras la apertura de varios pasos fronterizos el 19 de septiembre de este año, Turquía afrontó una de las mayores oleadas de inmigrantes sirios desde el comienzo de la agresión en ese vecino país, en el 2011.
De acuerdo con reportes del Gobierno, más de 130 mil personas -en su gran mayoría niños y mujeres- ingresaron a territorio turco en apenas cuatro días para escapar de los ataques del movimiento extremista Estado Islámico (EI) contra varios asentamientos sirios.
Inicialmente, el plan de Ankara era prestar ayuda a quienes buscaban refugio en un solo punto de la parte siria de la frontera, aunque luego se abrió el paso en varios lugares ante la aproximación de los islamistas a unos seis kilómetros.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, aseveró el mismo día de la apertura del paso que el país no discriminaría de manera étnica o religiosa a los desplazados.
Sin embargo, existen indicios de que la orden del jefe del Ejecutivo para permitir la entrada de los sirios fue forzada por las manifestaciones de la población turca y los encontronazos con las fuerzas del orden.
La medida se aplicó solo unas horas después de la escalada de las tensiones entre los agentes de seguridad y los habitantes del sureño poblado de Dikmetas, quienes protestaron, ante la cercanía del EI, por la retención de los refugiados en el lado sirio de la frontera.
Por su parte, la oposición al Gobierno respaldó la decisión de abrir los puntos en la frontera, aunque también criticó la demora de la orden.
Asimismo, hubo quien aseguró que el gubernamental Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) era cómplice del EI, pues impidió el regreso de mil jóvenes a Siria para combatir a esta organización.
En su momento, Ankara también fue acusada por las autoridades de Damasco de pertrechar a grupos armados de la oposición siria, incluido el EI.
Antes del arribo de la referida oleada, las estadísticas oficiales indicaban que, desde el 2011, a Turquía entraron más de un millón 380 mil sirios, lo cual encendió las alarmas en el país.
Según la prensa local, aparte del gasto del Gobierno para atender a los refugiados -calculado en unos cuatro mil millones de dólares-, el verdadero problema es el proceso de integración de los extranjeros a la vida de la nación.
Cuadros como la mendicidad (ilegal en varias ciudades turcas), el posible desequilibrio entre etnias y la incompatibilidad de códigos culturales e idiomáticos parecen ser el inicio de problemas económicos y sociales que pudieran derivar en el auge del discurso antiinmigrante o la violencia.
De acuerdo con datos provistos por el Gobierno, en Turquía se construyeron un total de 22 campamentos para los refugiados sirios, la mayoría de ellos en áreas cercanas a la frontera.
En esas instalaciones se encuentra cerca de un cuarto de millón de personas, según las cifras oficiales.
Todos los alojados en los campamentos están registrados, así como alrededor del 60 por ciento de los que fueron acogidos en otros sitios por familiares o amigos, subrayó el viceprimer ministro turco, Besir Atalay, en agosto de este año.
No obstante, un reporte más conservador realizado en el mismo mes por funcionarios de Naciones Unidas señaló que el total de inmigrantes sirios en el estado euroasiático, después de 2011, asciende a 900 mil y, de ellos, 747 mil están registrados.
Un estudio del Instituto de Washington para la Política hacia el Oriente Próximo, basado en el citado informe de la ONU, mostró que los desplazados sirios representan actualmente casi el uno por ciento de la población de Turquía, calculada en 76 millones 600 mil habitantes.
En cuanto a las estadísticas específicas regionales, la investigación estadounidense reflejó que en Kilis los sirios constituyen el 59 por ciento de la población, seguida por Gaziantep (10,5), Sanliurfa (9,8), Hatay (8,8) y Mardin (seis).
Dada la cantidad de habitantes de Turquía, el número de inmigrantes sirios aún puede considerarse proporcionalmente pequeño; sin embargo, no se trata de extranjeros que fueron a estudiar en la universidad o a reuniones de negocios, sino personas que lo perdieron casi todo, apuntó la responsable de la Comisión de la ONU para los Refugiados, Carol Batchelor.
La funcionaria señaló, además, la limitante del idioma. ¿Cómo se puede instruir a 700 mil individuos que llegaron casi en un instante en las reglas y costumbres de un país si no conocen el lenguaje?
Aunque el Gobierno proveyó asistencia médica y educación gratuita para los niños, también es necesaria la participación conjunta de psicólogos, trabajadores sociales y expertos de centros académicos y organizaciones no gubernamentales, precisó Taner Kilic, jefe de la Asociación para la Solidaridad con los Refugiados, de Turquía.
En términos demográficos, la inmigración siria pudiera desembocar en una ruptura del balance dentro de la comunidad árabe en las zonas con mayor porcentaje de refugiados, precisó Naciones Unidas.
Por su parte, Ankara muestra preocupación a causa de reportes sobre desplazados sirios que mendigan en las calles o son utilizados como mano de obra barata por parte de algunos dueños de establecimientos.
Atalay subrayó que los campamentos aún tienen capacidad para unos 30 mil individuos y, por lo tanto, comportamientos como la mendicidad no serán permitidos.
En cuanto a la subcontratación de refugiados, reconoció que el Gobierno no tiene planes para lidiar con tal situación.
Mientras, la prensa reseñó que, aunque los mendigos representan una fracción mínima de los sirios en Turquía, la hospitalidad de los locales mengua poco a poco, lo cual condujo al Ejecutivo del país a tomar las primeras medidas contra la xenofobia.
Los diferentes ministerios turcos emitieron un comunicado conjunto en el que se comprometían a combatir la discriminación en áreas como la salud, la educación, la fuerza de trabajo, los trámites legales y la seguridad pública y de fronteras.
A pesar del esfuerzo del Gobierno y la actitud positiva de los extranjeros, algunos individuos locales continúan las provocaciones, señaló el documento.
El comportamiento delictivo por parte de los sirios es muy bajo, pero, aún así, cualquier incidente podría tener repercusiones que inciten a la discriminación, agregó.
Las autoridades ratificaron que tomarán las disposiciones pertinentes contra todos los comportamientos que dañan a la sociedad, pero también hicieron promesas sobre la búsqueda de vías para manejar asuntos como la inclusión de los sirios en la fuerza de trabajo nacional.
* Periodista de la redacción Europa de Prensa Latina
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