La Concepción Enyege: una comunidad mazahua entre la pobreza y la pandemia

La Concepción Enyege: una comunidad mazahua entre la pobreza y la pandemia
Le temen a la pandemia, por eso se cuidan. No importa si les falta el agua o si no tienen trabajo

Imagen: Victor Castillo

El problema del agua en Los Tepetates

Sus pies en el agua, sus manos tallando ropa. Sonríen, con esa ingenuidad de la gente buena, sin malicia. Desconfiadas al principio, Nelly e Itzel balbucean apenadas algunas frases… sin dejar de lavar. A su lado, un cúmulo de ropa, la que usan los seis integrantes de su familia: además de ellas, sus padres y dos hermanos más. Lavan en la vertiente del manantial, donde les es permitido, porque sus viviendas, asentadas arriba del cerro, no tienen servicio de agua potable.

Es el barrio de Los Tepetates, en la comunidad de la Concepción Enyege, en el municipio de Ixtlahuaca. Los pobladores de las zonas altas carecen del vital líquido en sus domicilios. Por eso lavan, todos los días, en el manantial cercano; por eso caminan, 15 o 20 minutos o más para llenar sus garrafas con agua para llevarla, cuesta arriba, hasta sus hogares. Con suerte, se apoyan con animales de carga para trasladarla. Algunas personas de la tercera edad reciben ayuda de sus vecinos.

“Tenemos problema con el agua; venimos a lavar hasta acá porque los de La Concha, de allá abajo, no nos  dan agua para arriba, pa’ bombear, que porque no hay los recursos suficientes y porque el mismo drenaje va a venir a ensuciar El Manantial, todo el escurrimiento de arriba para abajo”, comenta “Teresa” a AD Noticias. No es su nombre real porque teme represalias, porque allí en esa localidad, todos se conocen.

Comisariados, delegados y ejidatarios de la parte baja les han negado sistemáticamente, durante décadas, la posibilidad de tener el agua en sus casas, bajo el argumento de que esas zonas eran para pastoreo, no para construir viviendas. Además tienen miedo de que la Comisión Nacional del Agua “les robe” el agua que brota del manantial, lugar que es cuidado y protegido como el mayor tesoro de la zona.

¿Y las autoridades, han hecho algo?, se le cuestiona a Teresa. Ella lo niega. Dice que solo se acercan cuando van a hacer campañas proselitistas. Entonces sí, les prometen los apoyos: “que allá arriba se va a hacer una cisterna, para bombear el agua y mínimo mandarlo cada tercer día siquiera para tomar o la comida,  pero no se hace, comenta decepcionada.

El agua, que siempre es indispensable para la vida, hoy en día se ha convertido en un elemento más allá de lo esencial para cumplir con los protocolos de sanidad que buscan disminuir los casos de covid-19, pandemia que hasta el 12 de octubre había provocado la muerte de 117 personas en todo el municipio de Ixtlahuaca y contagiado a 525.

Pero ni la pobreza, ni la falta del preciado líquido en sus domicilios, impiden que los habitantes de Los Tepetates bajen la guardia ante el coronavirus. Saben que tienen que cuidarse, que es mejor acatar las medidas preventivas que recomienda el sector salud. “Teresa” lo confirma. Su familia procura no salir, solo en caso necesario.

Si tenemos gripa o cosas así, nos protegemos; si tenemos síntomas acudimos al doctor; y yo en mi casa trapeo con cloro, con pinol”. Recuerda que cuando tenían el programa Prospera, en la clínica de la zona les enseñaron a lavar correctamente las manos con jabón y agua, pero a falta de esta también utiliza gel antibacterial. Lo lleva siempre consigo  “y hasta ahorita, gracias a Dios no nos hemos enfermado”.

Doña Luisa, mujer mazahua que enfermó de covid

Comunidades rurales donde los caminos, las veredas no tienen nombre nos llevan hasta el hogar de doña Luisa Salinas Contreras, mujer mazahua que habla poco español. A pesar de mirar en ella a una persona fuerte, tuvo la mala fortuna de enfermar de covid-19. Fue la única de su familia que contrajo la enfermedad y tuvo que estar en aislamiento domiciliario hasta que logró recuperarse totalmente, pero aún no puede visitar a otros parientes. Y llora. Los extraña

“Tuvo malestar general, no podía respirar, le dolían todos sus huesos, pero acudió a la clínica y le recetaron su medicamento, le dieron 30 inyecciones, se compuso, y estaba  encerrada en casa, fue la única que se enfermó, a pesar de que vivía con todos sus familiares, fue la única”,  traduce para AD Noticias Antonia Sebastián López, enfermera bilingüe del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM).

Ya en su poco español, Luisa dice:

…que se esté en su casa, que guarde, que se compre su cubreboca, que se tape y que se lave su mano. Cada rato va a lavar su mano, que se talle bien, que se limpie bien […]- Pus a ver cómo. Ahora, si se van a enfermar que se vaya a la clínica,  porque de doctores de particular, no hay dinero”.

El Centro de Salud del ISEM y la pandemia

Aproximadamente a cinco minutos de ahí en auto se ubica el Centro de Salud del ISEM, que atiende a más de 4 mil personas de tres comunidades: además de La Concepción Enyege, están el Barrio La Bandera y Dolores Enyege. La gente normalmente acude por sus vacunas, seguimiento de embarazos, infecciones gastrointestinales o de las vías respiratorias.

Con la llegada de la pandemia y el temor a contagiarse de esta enfermedad, los pobladores asisten con más frecuencia ante cualquier posible síntoma. De acuerdo con la doctora Amalinalli Hernández Rodríguez, responsable de este centro de salud, aproximadamente 60% de las consultas diarias (de 15 a 20) son por este motivo. Aseguró que, en general, los pobladores de la zona sí se cuidan y respetan las medidas sanitarias.

El doctor Jesús de la Cruz Albino, quien es el coordinador municipal de Salud de Ixtlahuaca Sur del ISEM, destaca que a través de redes sociales, grupos de WhatsApp, vía telefónica y con trabajadores de campo se atienden las necesidades de salud de estas comunidades, donde el covid-19 sí ha causado mucha preocupación.

“El hecho de tener incertidumbre con relación a la evolución de la enfermedad causó mucha preocupación. Sin embargo, a través de las actividades de promoción por parte del personal del ISEM se ha logrado mantener la calma y la gente atiende las indicaciones”.

Aunque ninguno de los dos profesionales de la salud pudo dar cifras sobre la situación de la pandemia en estas comunidades –por políticas de la Secretaría de Salud de la entidad– de la Cruz Albino, sí comentaron que los pacientes que son considerados sospechosos son canalizados Hospital General de Ixtlahuaca que está adaptado como Hospital Covid.

Con 39 años de servicio como enfermera bilingüe de este instituto, Antonia Sebastián López, la misma que colaboró en la traducción del mazahua al español de su paciente Luisa Salinas, cuenta que para ella la situación de la pandemia ha sido una experiencia difícil, aunque aclara que, afortunadamente, no ha sido víctima de ningún tipo de agresión porque la gente la conoce, ya que trabaja en la misma comunidad donde también vive.

“No es fácil –relata– trabajamos con la gente de años. Ya somos más que hermanos, como amigos, pero con esta pandemia ha sido difícil porque al vernos la gente que andamos con cubrebocas, con caretas, con guantes, dice la gente: ¿qué? ¿son astronautas o qué les pasa?”.

Dice que tiene que explicarle a la gente que si va protegida es también para cuidarla porque son personas de la tercera edad, o que tienen sus defensas bajas por la mala alimentación. Y es que Antonia suele tratar hasta 15 personas cada día, por eso debe cuidarse y cuidar a los demás.

Los efectos del covid en la Concepción y Dolores Enyege

Hasta el Centro de Salud llegó apresurada Janeth García Morales con sus cuatro hijos. Con un bebé en brazos, la madre de 27 años caminó alrededor de media hora para que sus niños recibieran la vacuna contra la influenza y protegerlos de esa enfermad. Es su temporada.

Sobre el covid-19 dice que no es un juego, por eso se protege y protege a sus pequeños, que se han visto perjudicados por los efectos colaterales de la pandemia: la falta de clases presenciales

“… no pueden estudiar bien, es más complicado. No pueden poner mucha atención a la tele, no la ven, no le ponen atención y no aprenden mucho, porque uno no estudio mucho y no les puede enseñar mucho, porque uno no sabe, no es como un maestro que les enseñe, por televisión no le hacen caso”.

Janeth dice que no tiene problemas para sintonizar los programas educativos que se difunden por televisión. Su dificultad es que los niños mayores que van en primero, segundo y quinto año de primaria, no ponen atención y todo se le complica. No es lo mismo que estar en la escuela…

Rocío Gómez Nicanor vive en la comunidad vecina de Dolores Enyege. Para ella, la pandemia vino a cambiar su modo cotidiano de vivir. No solo es el cambio en las relaciones familiares, sino que ya no puede realizar sus actividades normales, lo que ha complicado su situación económica.

Cuenta que su esposo es albañil –el trabajo en la industria de la construcción se vino abajo con la pandemia y apenas comienza a recuperarse paulatinamente–. Ella por su parte, laboraba en una escuela. Al cerrar el plantel por la contingencia sanitaria, perdió su fuente de empleo. Ahora dice, se dedica a hacer tortillas.

“Yo creo que ha afectado a todos –la pandemia-, no nada más en mi familia. Creo que a todas las familias ha afectado bastante. Es  una situación difícil”.

Además de las repercusiones económicas que ha traído consigo el covid, lo importante para ella es proteger su salud y opina que las personas que no lo hacen “son inconscientes, no se aman, no se cuidan”.

El temor al covid-19 está latente en las comunidades con población mazahua La Concepción Enyege y Dolores Enyege, del municipio de Ixtlahuaca, pero eso no impide que Itzel y Nelly, de 22 y 13 años, sonrían mientras lavan su ropa en el manantial, porque en su casa, no tienen agua