Hay un tipo de pensamiento que la gente organiza, estructura y legitima cotidianamente. Se trata de lo que llamamos sentido común y contiene lo que las personas saben y utilizan para comprender la realidad. Hay, dentro de este conocimiento compartido por la mayoría de una sociedad, algo que los psicólogos llaman representaciones sociales. Se trata de conceptos concretos que se encuentran presentes en la mente de la mayoría de las personas.
Una representación social equivale a cierto tipo de traducción que el común de la gente hace de algún concepto abstracto y la adopta como propia para utilizarla al momento de pensar. De alguna manera es una simplificación, pero resulta sintomática de la mentalidad y cultura de una sociedad. De hecho, una vez que ha tomado carta de naturalización, tiene una larga vida; puede pasar de una generación a otra como un tipo de herencia o bagaje perceptual.
Valga esta general y breve introducción para señalar algo que cualquiera puede constatar en nuestros días: se ha consolidado una representación social en México según la cual la pensión no contributiva a la que tienen derecho las personas mayores de 65 años de manera universal es “La pensión de López Obrador“. No tengo duda de que se trata de una representación social. Sólo basta con escuchar a las personas que son beneficiarias de este programa social o a sus familiares para darse cuenta que es de ese modo como se refieren a ella.
En las filas de personas que acuden a afilarse, en el dicho de quienes acuden al banco a retirar su dinero proveniente de este programa, en las conversaciones entabladas en torno al ingreso que periódicamente reciben los adultos mayores o en una simple charla relativa al tema se maneja esta expresión. Así es como la gente refiere este derecho constitucional que les asiste: la pensión de López Obrador.
Al actual presidente le queda muy poco tiempo en su mandato. Al final del año próximo pasará a formar parte de la historia política del país. Sus detractores lo recordarán por su muy peculiar manera de ejercer el poder, basada en la exhibición de los abusos del poder, aderezada con una politización constante desde sus conferencias mañaneras. Gente de diversas regiones lo recordarán por alguna obra pública de las que se han realizado en su gobierno o de las que están por terminar. Sus seguidores le recordarán por su trayectoria de lucha, culminada con su acceso a la Presidencia del país.
Vaya, habrá valoraciones diversas de su gestión, pero creo que ello no alterará la representación social que hemos señalado. ¿Cuándo pasen los sexenios y el programa de pensiones a los adultos mayores se mantenga por estar en la Constitución, la población seguirá hablando de la pensión de López Obrador? Yo creo que sí y eso se debe a que, cuando él era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México e implementó el programa para los habitantes capitalinos, la gente comenzó a referir lo que allá recibían los ancianos como la pensión que daba López Obrador. Y aunque el programa fue replicado a nivel federal por los presidentes Fox, Calderón y Peña, nadie se refería a esa pensión por el nombre de quien encabezaba la administración federal.
No fue sino hasta este gobierno, cuando se amplió la cobertura y se incrementó el monto, cuando la gente consolidó la representación social de que se trata de la pensión de López Obrador. Me ha tocado escucharlo en distintas circunstancias, lugares y de voz de personas diversas. Por esta razón me atrevo a sostener que trascenderá el sexenio de AMLO y que se mantendrá en la mentalidad de las personas. La mentalidad es lo que más lentamente cambia en las personas y aunque vengan sacudidas políticas que alteren la correlación de fuerzas políticas, la gente seguirá hablando de la Pensión de López Obrador. Al tiempo.