Como nunca, los sucesos nacionales tienen eco y repercusión en el proceso local mexiquense para renovar la gubernatura del Estado de México, tan es así que uno y otro bando los toman como suyos, pretendiendo obtener un beneficio político de ello.
Incluso se llega a hablar y, en algunos casos, hasta exclamar a gritos que esta campaña no se trata de “ideologías”.
Es tal el desconocimiento del significado de las palabras que no se alcanza a dimensionar que eso equivale a afirmar que la contienda no se trata de exponer ideas, que hay que dejarlas de lado, que lo que importa es defender los intereses de “unos”, aunque eso de manera general equivale a ir en contra de “otros”.
El privilegiar el marketing en las campañas de los partidos políticos sobre las realidades sociales, lleva a creer que un slogan puede cambiar la realidad que viven los habitantes, hacen caer en la tentación de que se puede manipular para que la vida se vea rosa, cuando los claroscuros son los que imperan.
¡Qué falta de argumentos! Ya no digamos de propuestas.
Un claro ejemplo de la miseria de ideas es lo que pasó en redes, así como en algunos medios de comunicación, ante la enfermedad del primer mandatario (Covid). El fanatismo a tope, se afirmaba impunemente que estaba en el extranjero y hasta su muerte, memes, muestras de algarabía, ¡qué inconsciencia!
Para los que aún no se han dado cuenta, los gobernantes o políticos son pasajeros, y depende de la voluntad ciudadana que permanezcan o no en el poder, el pleito entre ellos generalmente es por intereses, que no nos arrastren en esa vorágine de odio.
Vaya ridículo de aquellos que afirmaban mentiras descaradas, hay que ubicarlos para dejar de creerles y no olvidar su mezquindad.
Ojalá en el Estado de México la ciudadanía sepa distinguir entre las verdades y las francas mentiras, el principal cambio pasa por las conciencias, un voto informado sería un buen principio.