La Quinta Columna

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Las generaciones de 24 a 44 años estamos llamadas a lograr derrotar al sistema, lo que no lograron nuestros padres y abuelos, y lo que merecen nuestros hijos

Los Gobiernos de coalición son una estrategia electoral oportunista del PRIAN

El planteamiento no es nuevo y ha demostrado su fracaso en un sistema presidencialista.

Que no nos sorprendan, los gobiernos de coalición son propios de los sistemas parlamentarios predominantes en Europa, en los que para formar gobierno se requiere del apoyo del parlamento como España y Reino Unido.

En los sistemas presidencialistas, predominantes en América, el presidente es electo por votación popular y puede ejercer, independientemente del partido que tenga mayoría en el parlamento.

De cara a la elección de gobernador en el Estado de México, y ante la posibilidad de derrota, se ha pretendido manejar por diversos actores políticos la «propuesta» del gobierno de coalición como estrategia electoral que más bien pareciera perseguir la intención de “comerse el pastel antes de la fiesta” o “repartirse el botín antes del atraco”.

Nada más recordar que en 2014, al inicio del mandato de Enrique Peña, tuvo lugar un acuerdo entre partidos políticos –denominado el Pacto por México– y se aprobó una reforma político-electoral a iniciativa del PAN y con los votos del PRI. Esta modificó el artículo 89 constitucional, abriendo la posibilidad de formar un gobierno de coalición a partir del 2018.

En el dictamen del artículo 89 Constitucional, se estableció que el presidente de la república “En cualquier momento podrá optar por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión. El gobierno de coalición se regulará por el convenio y programa respectivos, los cuales deberán ser aprobados por la mayoría de los miembros presentes de la Cámara de Senadores. El convenio establecerá también las causas de la disolución del gobierno de coalición.”

Un ejemplo del fracaso del gobierno de coalición es Brasil en el año 2016, cuando la presidenta Dilma Rousseff abrió espacios en la estructura gubernamental a los partidos de oposición. Un puesto que entregó fue la vicepresidencia; sin embargo, al interior de la alianza se produjo una ruptura, lo que ocasionó que el Congreso rompiera con el gobierno y llevara a cabo un juicio político a la mandataria.

El caso de Brasil muestra que un gobierno de coalición puede derivar en una confrontación entre poderes terminando con  la aplicación de un proceso de destitución contra el ejecutivo.

También, si el titular del Poder Ejecutivo obtiene el apoyo de un conjunto de partidos, reforzaría su poder. Lo que pudiera implicar la aprobación de las políticas de su preferencia, debilitando el sistema de pesos y contrapesos.

Como se ha dicho en este espacio, si la alianza PRI-PAN-PRD y quizá Movimiento Ciudadano realmente se consolidara, no solo como una estrategia electoral oportunista sino como un proyecto de gobierno, representaría la cristalización de lo que en la práctica sería una dictadura aún más perfecta, en la que el sistema se puede disfrazar de centro, derecha e izquierda a conveniencia pero que sigue siendo lo mismo: el sistema.

Solo el despertar de conciencias de los ciudadanos libres, con una votación copiosa, informada y determinada puede evitar que la élite de los de siempre y aliados cumplan 100 años en el poder.

Las generaciones de 24 a 44 años estamos llamadas a lograr derrotar al sistema, lo que no lograron nuestros padres y abuelos y lo que merecen nuestros hijos. ¡Tomemos nuestro lugar en la barricada electoral!