La Quinta Columna

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Los titulares e integrantes de los llamados Órganos Autónomos deben sus puestos, en su mayoría, a un grupo parlamentario

¿En qué momento se corrompieron los Órganos Autónomos en México? 

El antecedente más remoto es el Banco de México, que surgió a instancias internacionales para asegurar las políticas monetarias de los países que querían obtener préstamos (endeudarse). 

Posteriormente, los llamados Órganos Autónomos en México tuvieron un boom con origen en la desconfianza, principalmente, hacia al Poder Ejecutivo Federal y, después, a los Poderes Ejecutivos Estatales. 

Los líderes de la oposición identificaron en ello una bandera de reclamo y debilitamiento al gobierno en turno, en tanto que los gobernantes apreciaron en los mismos una válvula de escape y fuente de legitimación. 

Nacieron incluso como figuras que no tenían sustento jurídico que definiera sus características, hasta que, vía jurisprudencia, el Poder Judicial se pronunció al respecto, salvando las lagunas legales. 

Entre sus características básicas se estableció la no dependencia de poder alguno, encargándoles una función prioritaria para el Estado. 

También se previó que estarían conformados por un número impar de intachables ciudadanos cuyo nombramiento sería, en algunos casos, una propuesta del Poder Ejecutivo, que sería analizada por el Poder Legislativo. Mientras que en otros casos serían ciudadanos convocados y evaluados directamente por el Poder Legislativo. 

Así surgió una especie de autonomatitis, que no se confiaba en la transparencia; se creó un Órgano Autónomo, que no se confiaba en los censos y conteos poblacionales; se creó otro Órgano Autónomo, que no se confiaba en la organización de las elecciones; se creó otro más y así hasta llegar a más de una docena. 

No fueron pocos los críticos que decían que la proliferación de Órganos de este tipo era una salida fácil y absurda, equiparable a que un padre de familia, que para disciplinar a un hijo mal educado y con antecedentes delincuenciales, optara por darle una tarjeta de crédito, comprarle un carro y mandarlo a vivir solo a un departamento. 

Algunos nombramientos se dieron buscando nuevos perfiles. Sin embargo, al tiempo, los líderes de los principales partidos se pusieron de acuerdo y vieron en estas instituciones un botín a repartir y por ello las designaciones se dieron como cuotas de poder, corrompiéndolos en ese momento. 

Así, los titulares e integrantes de los llamados Órganos Autónomos deben sus puestos, en su mayoría, a un grupo parlamentario y responden a lo que les indican los partidos políticos, no los ciudadanos. 

El poder corruptor de los partidos políticos es inmenso, siempre buscando cómo evadir la ley a su conveniencia; el ciudadano y sus intereses les importan nada, lo que hace necesario repensar y transformar nuevamente a este tipo de instituciones y la manera como se designan sus integrantes.