Afortunadamente, concluyó una etapa oscura en términos de la educación laica en el Estado de México, en la que se puso en grave riesgo a cerca de tres millones doscientos mil estudiantes de nivel básico, quienes vivieron, con la no entrega de libros de texto gratuito, la posibilidad de perder uno de sus derechos humanos más importantes.
Los primeros libros de texto gratuitos en México surgieron para contrarrestar la casi exclusividad que tenían editoriales extranjeras en la emisión de libros que servían de auxiliares pedagógicos, lo cual se traducía en que la mayoría de los niños no pudieran tener acceso a los mismos.
Se podría decir que fueron un logro tardío de la Revolución Mexicana. Su posterior aplicación obligatoria incluso por las escuelas particulares permitió partir de una base equitativa y evitar que los privados, por ejemplo, manipularan el conocimiento a su antojo.
Desde el principio se buscó dejar de lado dogmas religiosos, priorizando la educación laica y gratuita. De ahí la razón por la que desde un principio hubo resistencia de las iglesias y los sectores de ultra derecha.
Como consecuencia del llamado de la iglesia, casualmente, se interpusieron recursos jurídicos como los amparos y las controversias constitucionales en las Entidades Federativas gobernadas por la oposición.
El Edomex
El Estado de México no fue la excepción, pero lo que resultó públicamente sumiso y patético fue la instrucción precisa plasmada en dos oficios de la Secretaría Estatal de Educación, de detener la distribución de los mismos. Esto provocó que el regreso a clases se diera sin libros de texto gratuitos.
Lo cierto es que, si no hubiese sido por la intervención del Gobierno Federal, así continuarían los niños. El que ahora traten de engañar sonrientes, diciendo que nunca detuvieron su distribución, no lo cree nadie.
Los que instruyeron la realización de los oficios serán recordados por su incompetencia y su acción de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo en señal de reverencia a la derecha y por su intención de boicotear al nuevo gobierno.
Sería recomendable, por el bien del Gobierno del Estado de México, que la administración de la Maestra Delfina Gómez Álvarez revisara con cuidado los gastos y excesos de estas áreas educativas, no vaya a ser que se encuentren restos escondidos en los clósets.
Igualmente incomprensible resultó la pretendida descalificación de los libros de texto gratuitos por parte de representantes populares priístas que se ufanan de ser herederos de la revolución y, en realidad, se muestran serviles a los poderes fácticos. Es de esperar que en el cobro de la factura en las urnas se impida que su actitud quede impune.