“Hasta la victoria siempre”

  Seguramente el Che Guevara ya recibió a Fidel Castro Ruz, con su grito de aliento permanente: “hasta la victoria siempre” le habrá dicho en su reencuentro, la lucha sigue porque la libertad y la justicia son grandes pendientes, asignaturas casi abandonadas en diferentes países. Parafraseando al ilustre cubano, comandante en jefe: “sí lo que […]

 

Seguramente el Che Guevara ya recibió a Fidel Castro Ruz, con su grito de aliento permanente: “hasta la victoria siempre” le habrá dicho en su reencuentro, la lucha sigue porque la libertad y la justicia son grandes pendientes, asignaturas casi abandonadas en diferentes países.

Parafraseando al ilustre cubano, comandante en jefe: “sí lo que pretenden los corruptos para destrozar al pueblo es que dejemos de ser revolucionarios, jamás dejaremos de ser revolucionarios, no doblegaremos jamás nuestra bandera”, el pueblo está cansado, cada vez hay más desigualdad, una décima parte de la gente más rica en México obtiene el 36 % del producto interno bruto (PIB), mientras que la décima parte de la gente más pobre alcanza únicamente el 1.7 % de ese ingreso nacional (PIB), según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) visible en su reporte “Desigualdad de ingresos y pobreza”; hoy igual que antes de la caída de Porfirio Díaz, hay pocos extremadamente ricos y una mayoría totalmente pobre, con un grupo gobernante cegado por sus intereses personales, empeñados en la explotación de las riquezas nacionales y de sus habitantes.

¿Contra qué se debe luchar?, ¿a quienes hay que derrotar?, preguntas concatenadas a otra frase recurrente de Fidel: “todos los enemigos se pueden vencer”, en nuestro país, por las condiciones actuales, el primer enemigo  a vencer son los corruptos; el segundo, más grande y difícil, es la apatía de la gente, sometidos en sus concepciones, en sus desgracias y pobrezas, en sus propias condiciones de explotación, con esquemas fijos respecto a la imposibilidad de cambiar los contextos actuales, con grupos de poder económico y político ante sus ojos que todo controlan, deciden y nadie puede interferir en sus determinaciones.

Los corruptos pululan en las estructuras que gobiernan, desde las esferas del poder han acumulado riquezas insultantes, asociados a empresarios que invierten en procesos electorales y durante el ejercicio del gobierno recuperan su capital y obtienen ganancias, garantizado por la continuidad y engrandecimiento de sus negocios ─con la asociación de funcionarios de diferentes niveles de gobierno en sus operaciones, recibiendo sus recompensas o incluidos en las transacciones como ha quedado al descubierto en lo que va de este sexenio por terminar─, es suficiente conocer nombre y apellidos, encontrar sus contactos en el gobierno y las fortunas invertidas en la gran diversidad de proyectos, que hacen parecer de necesidad general, ejemplos sobran: la construcción del tren México-Toluca, las autopistas y carreteras de cuota, el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, la construcción de hospitales, la construcción de cárceles, la autorización para la instalación de cadenas comerciales, por mencionar algunos.

Ante la cercanía de la elección del siguiente gobernador del Estado de México, han surgido rostros y nombres que se pretenden imponer en la sociedad mexiquense con el uso de medios de comunicación escrita, televisión, espectaculares, encuestas de posicionamiento; todas las determinaciones provienen de los dueños de esos partidos, entre ellos se destrozan, pero no se acaban, la nominación del elegido para “competir” será decisión de “su iluminado” o quienes corren con mucha suerte de un grupo de notables.

La gente es simple espectadora del show montado, una mayoría inmensa, a pesar de ver los rostros exhibidos, no se preguntan ¿por qué ellos?, ¿no serán corruptos? o ¿quién es el menos corrupto?, ¿cuáles son sus cualidades para aspirar a gobernar?, tantas preguntas quedan al aire, muchas nunca se formulan.

Es esta quizá la parte inicial de la gran cadena de corrupción que tiene postrado al país y al Estado de México, los funcionarios que no cumplen la ley, los diputados que no leen las iniciativas y levantan el dedo para aprobar por el dinero que reciben de quienes los controlan,  la gente no les importa.

Las instituciones impartidoras de justicia, que no garantizan justicia alguna, como las que hemos narrado y seguiremos narrando del Tribunal Estatal de Conciliación y Arbitraje, caracterizado por agraviar permanentemente al trabajador.

El enemigo más grande es la apatía de la gente y se puede vencer con la información en cualquiera de sus presentaciones, con lectura, educación, análisis de su condición de ciudadano garantizado en las leyes, el alcance y limitaciones de los funcionarios enquistados en las instancias gubernativas, vencerlos desde sus propias leyes internas, ese puede ser un camino firme para terminar con los corruptos que pretenden acabar con el país, es indispensable iniciar y no para “hasta la victoria siempre”.

Vale la pena, por un Estado de México sin corruptos.