En el futbol, pequeño microcosmos de la realidad, los billetes también juegan. En una federación como la FIFA, en la que de 2015 a 2018 los ingresos totales se presupuestaron en 5 mil 656 millones de dólares, los recursos importan aunque no se distribuyan igual. La final del torneo de clubes más importante del mundo, la Champions League, resume esta desigualdad. Por un lado está al Bayern Munich que, si bien no es el más austero, no cuenta con la cartera del París Saint Germain.
De acuerdo con el diario Marca, la plantilla titular costó al equipo bávaro 100 millones de euros, en total, con jugadores de la talla de Manuel Neuer, Jerome Boateng y Robert Lewandowski; mientras que el equipo parisino del empresario catarí Ghanim Al-Khelaïfi está valuado en 800 millones de euros. De acuerdo con el portal Goal, Kylian Mbappé del PSG cuesta 180 millones de euros, casi el doble que el Bayern completo.
Desde la llegada de Al-Khelaïfi, el Paris ha gastado más de mil 304 millones de euros en compras con jugadores como Neymar por quien pagaron la grosera cantidad de 222 millones de euros, por Edinson Cavani 64.5 millones y por Ángel Di Maria 63.
Pero la pelota es redonda y el fútbol no es una bolsa de valores que gana el que más tiene. Este domingo 23 de agosto a las 14:00 se decidirá, sin público, quién será el campeón de una Champions atípica por la epidemia de Covid-19.