Los políticos que quieren ser huérfanos

Los políticos que quieren ser huérfanos
El diagnóstico es que ninguno de los partidos a los que han pertenecido tienen ya crédito entre la ciudadanía y, por ello, es necesario desmarcarse de los mismos

¿Por qué ser visto como sociedad civil se ha convertido en una obsesión para ciertos políticos? En los últimos meses, casi no pasa una semana en que no surja una iniciativa que pretende levantar la bandera de la sociedad civil y presentar una propuesta que haga frente al gobierno federal. La más reciente fue esa que se presentó con el membrete de Mexicolectivo (marca que, por cierto, fue registrada ante el IMPI por un político del partido Movimiento Ciudadano) y que, en un acto al que acudieron expanistas, expriistas y exservidores públicos de sexenios pasados (algunos muy “pasados”), dijo no estar buscando contender por el poder, sino aportar ideas.

Todos los personajes que participaron en ese acto y los que firmaron el documento que se hizo público pertenecen o pertenecieron a un partido político nacional. ¿Por qué, entonces, no reivindican esa militancia? Queda claro que su diagnóstico es que ninguno de los partidos a los que han pertenecido tienen ya crédito entre la ciudadanía y, por ello, es necesario desmarcarse de los mismos.

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Empero, la vía para acceder al poder en nuestro sistema político son los partidos. Eso ha sido así desde hace mucho tiempo y la ley sigue marcando esa ruta, ninguna otra. Con la modificación legal de hace algunos años se abrió la puerta a candidatos independientes, pero los que avanzaron por esa ruta tuvieron más penas que glorias.

Es un hecho, pues, que el diseño institucional de nuestra democracia deposita en los partidos políticos la encomienda de representar a los ciudadanos y postular a puestos públicos a los candidatos que encarnen el sentir y aspiraciones de la población. Ocurre, sin embargo, que la dinámica partidista del último lustro ha derivado en un partido sumamente fuerte, a veces aplastante (Morena), y otros que cargan con un gran descrédito (PRI, PAN y PRD, sobre todo) y han venido acumulando derrotas electorales. Otros partidos, más pequeños, se han mantenido en el papel de acompañantes o comparsas.

Políticos y asociaciones civiles

De cara a una elección tan importante como la del próximo año, no han dejado de aparecer políticos panistas, priistas y perredistas lanzando asociaciones civiles, colectivos, movimientos que reivindican un espacio distinto a los partidos: la sociedad civil. ¿Por qué? Parece claro que buscan dejar de ser vistos como políticos partidistas, aunque a final de cuentas sean los partidos los que registren a los candidatos.

Sabemos que una de las caras de la política es la simulación, que parte del proceso de “seducción” del electorado está basado en el ocultamiento de la causa o el objeto verdadero de los actos. Sin embargo, se está acercando peligrosamente al punto de la impostura. 

No es verdad que los que salieron a marchar para defender al INE sean “la sociedad civil”. No es verdad, tampoco, que quienes se concentren en el Zócalo de la Ciudad de México a finales de este mes lo sean. Están convocando políticos a los que hoy conviene mostrarse huérfanos. En una especie de ritual parricida, tiran la bandera partidista y se lavan la cara para decir, “nosotros, los ciudadanos organizados; nosotros, la sociedad civil”; “nosotros, los libres”, etc.

Y, sin embargo, en las elecciones en curso son los partidos los que postulan a los candidatos. En el Estado de México y Coahuila, son los partidos los que están contendiendo por las gubernaturas. En el 2024, igualmente, serán los partidos los que contiendan, serán sus logotipos los que aparezcan en la boleta. ¿Cómo buscarían desde la oposición conseguir que la gente se convenza de ir por la ruta de la sociedad civil, pero al llegar a la urna tenga que elegir un logo, el del PRI, el del PAN, el del PRD o el de Movimiento Ciudadano? ¿Cómo?

¿El último recurso?

Ser político pero declararse ciudadano, activista o representante de la sociedad civil es lo que han convertido en recurso (¿último?) para hacer frente a la aplanadora morenista. El PRI, por ejemplo, no ha dejado de perder comicios en los últimos cuatro años, empezando por la Presidencia y siguiendo con gubernaturas y congresos locales. No ha ganado prácticamente nada. ¿Podrían conseguir que la gente marque el logo tricolor y las siglas P.R.I convencida de que el gobierno emanado de ese proceso no sean los mismos cuadros de siempre?

Esto aplica para los otros partidos. No hay ya tiempo, espacio ni recursos jurídicos para armar una candidatura independiente que pueda arrebatarle el triunfo al partido en el gobierno. No, al menos, en el 2024. Van a tener que ser los políticos de siempre (Madrazo, Labastida, Gordillo, Calderón, Fox, Zambrano, Beltrones, Gamboa, etc.) los que se vuelvan huérfanos, tiren las banderas de su partido y se vistan de rosa para marchar por la defensa del INE o para pedir el voto. Pero ¿y qué pensarán de eso los militantes? Hay gente que milita en el partido, que responde a la movilización, acude a los mítines, se pone su gorra, su playera y hasta enarbola la bandera de su partido. A ella se le va a pedir que también finja, que diga que no es del partido. ¿Resultará?