Claudia García 1 de abril 2021

El 12 de abril del 2020 se confirmaron los primeros casos de COVID-19 en los Centros Penitenciarios del Estado de México, dando positivo cuatro Personas Privadas de la Libertad y un custodio, además de que 19 internos se encontraban como casos sospechosos.
A partir de ese día, al interior de los 21 Centros Penitenciarios y de Reinserción Social, una Penitenciaría Modelo, un Centro de Internamiento para Adolescentes, 23 Preceptorías Juveniles Regionales de Reintegración Social y un albergue temporal se pusieron en marcha cercos sanitarios para el personal penitenciario, los proveedores, familiares y representantes legales de los internos.
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Al día de hoy, el Sistema Penitenciario reportó ocho defunciones de Personas Privadas de la Libertad con prueba positiva a COVID-19, todos murieron en hospitales adscritos al Instituto de Salud estatal.
“No tenemos ningún caso que haya fallecido dentro del Centro Penitenciario, de acuerdo al protocolo que seguimos cuando la persona está con algún síntoma más grave, se le traslada de inmediato a un hospital del Sistema de Salud del Estado de México, estas 8 personas han fallecido en hospitales del Sector Salud y la gran mayoría de ellas son personas que ya tenían alguna enfermedad previa”
“Obviamente esto es una circunstancia diferente, independientemente de que no hemos dejado de trabajar ni un solo día los compañeros custodios van y vienen de su casa, andan en transporte público, es otra dinámica totalmente diferente, pero sí creo que es importante ya que nadie se acuerda de nuestros compañeros y son fallecimientos muy lamentables, porque insisto no hemos dejado de trabajar ni un día desde que empezó la pandemia”
La visita familiar se modificó una vez que el semáforo epidemiológico cambió a color naranja, se limitó el ingreso de una persona, en un horario de 9 de la mañana a 11 horas y la permanencia hasta las 13 horas, mientras que en semáforo rojo se cerró el ingreso de cualquier familiar.
Quiénes ingresaban tenían que cruzar por un cerco sanitario en donde se les toma la temperatura, se les dota de gel antibacterial, deben cruzar por tapetes sanitizantes, además de que en todo momento deben portar el cubrebocas.
“Tomamos la medida muy drástica en su momento, una medida muy sopesada y muy grave diría yo de cerrar la visita familiar en los Centros Penitenciarios que era algo que nunca se había hecho en la historia, es algo que no se hizo en otros estados a lo mejor por cuestiones de seguridad osea el hecho de cerrar los Centros pues es aislar a las personas que ya están aisladas”
Usualmente en el Estado de México las visitas a los centros penitenciarios se realizan durante sábado y domingo, días en los que se registraban aglomeraciones principalmente en el Penal de Ecatepec, a dónde llegaban dos mil personas por día, ahora con dichas modificaciones, la visita es todos los días.
En abril se concluyó el acondicionamiento del centro penitenciario de Neza Norte como hospital para aislar y atender los casos sospechosos y confirmados de covid-19 entre la población penitenciaria con una capacidad para 200 personas.
El programa de videollamadas inició en el centro Penitenciario de Neza Bordo y se extendió a todos los Centros Penitenciarios, a la fecha se han realizado más de 10 mil llamadas, si bien este programa está abierto a toda la población penitenciaria, también están sujetas a una serie de reglas como demostrar buena conducta y haber participado en los programas de reinserción social.
“La familia les ayuda emocionalmente, entonces una de las medidas que empezamos a hacer el año pasado cuando estaban cerrados los Centros es una campaña al interior de la Secretaría con nuestros compañeros para que donaran teléfonos que ya no usan y ya lo hemos institucionalizado con un sistema de videollamadas, de esta manera el Privado de la Libertad puede marcarle por videollamada a su familiar y pues platican con ellos, incluso han podido ver a familiares que no veían en años”
La Subsecretaría de Control Penitenciario instrumentó la orden general de operaciones, la cual consistió en fortalecer las medidas de seguridad y custodia de los Centros Penitenciarios a través del incremento del estado de fuerza penitenciaria en puntos considerados críticos como: atención a visitas, aduanas, exclusas torres y dormitorios.
Además la Policía Estatal, Ejército Mexicano y Guardia Nacional realiza rondines en el perímetro de los diferentes Centros Penitenciarios y se ha reforzado los mecanismos de coordinación en caso de alguna crisis o emergencia al interior de las cárceles.
La Subsecretaría de Control Penitenciario del Estado de México, administra el sistema penitenciario más grande del país, en su conjunto se trata de una población total de casi 32 mil Personas Privadas de la Libertad, lo que se traduce en una sobrepoblación del 120% por encima de su capacidad instalada.