El presidente argentino Javier Milei consiguió este domingo una victoria crucial en las elecciones legislativas de medio término. Su partido, La Libertad Avanza, alcanzó alrededor del 40 % de los votos a nivel nacional, superando por casi nueve puntos al frente peronista y consolidando su posición en el Congreso.
El resultado garantiza al mandatario el tercio de bancas necesario para mantener el control político del Legislativo y frenar intentos de bloqueo o juicio político, un objetivo que Milei se había trazado desde el inicio de su administración.
A pesar de meses de inflación, recesión y escándalos, el oficialismo consiguió revertir las encuestas negativas y mostrar fuerza en distritos donde antes no tenía presencia, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
Baja participación y triunfo ajustado en Buenos Aires
La participación fue de apenas 66 %, una de las más bajas desde el retorno de la democracia argentina. En la provincia de Buenos Aires —histórico bastión peronista— se registró un empate técnico, lo que refleja el impacto de la campaña del miedo promovida por Milei contra el regreso del kirchnerismo.
Aunque el oficialismo no alcanzó la mayoría absoluta, la nueva correlación de fuerzas le permitirá gobernar mediante decretos, vetos y alianzas puntuales con el PRO, el partido del expresidente Mauricio Macri.
Gobernabilidad y desafíos por delante
Con esta victoria, Milei obtiene un respiro político y refuerza su narrativa de “cambio total”, pero enfrenta un desafío mayor: traducir el respaldo electoral en resultados económicos y sociales.
Su gobierno deberá ahora negociar con provincias y sectores empresariales para sostener las reformas fiscales, laborales y energéticas que prometió, mientras contiene las tensiones internas dentro de La Libertad Avanza.
Desde Estados Unidos, la Casa Blanca celebró la estabilidad del proceso electoral, pero mantiene reservas sobre el programa económico argentino, dependiente del apoyo del Fondo Monetario Internacional.
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