Caso Nahuel: la indisciplina y “el Deber Ser”

Ser futbolista profesional en estos tiempos implica una enorme responsabilidad legal y social, que incluso abarca hasta la familia cercana

Columna escrita el 16 de abril de 2024

De nuevo, una acción de Nahuel Guzmán lleva a debate «el deber ser» de los deportistas. ¿Qué es el deber ser? Diferentes sociólogos la definen de la siguiente manera: «La ética profesional es el deber ser, es algo que está en la persona, pero que se perfecciona y se fortalece cada día en el ejercicio de esta, es una decisión personal, que va más allá de códigos, pactos o leyes».

Para tomar esta premisa como cierta, debemos concluir que entonces hay acciones que no necesitan plasmarse dentro de un reglamento para cumplirlas, porque es una decisión personal y de valores individuales, que deberían pesar mucho más que la letra escrita porque son acciones antinaturales que pasan por la educación y valores que recibimos en casa en nuestra niñez.

Si además de no cumplir con el “deber ser” se infringen los códigos de valores de la empresa que representas y paga tu salario, tu grado de irresponsabilidad aumenta de manera drástica y en este sentido, el bochornoso comportamiento de Nahuel Guzmán rompió de manera flagrante los códigos que enarbola CEMEX como valores y que cito de manera textual: “Actuar con integridad. Haz lo correcto: sigue nuestro Código de Ética, denuncia de buena fe la mala conducta, inspira y promueve la integridad en el lugar de trabajo, y cumple con tus compromisos, siempre cuidando a nuestra gente, comunidades y recursos naturaleshttps://www.cemexmexico.com/valores

Simulaciones

El hecho en sí merece un castigo ejemplar, de eso no hay duda. Pero muchos tenemos la interrogante de que en verdad suceda así en las esferas internas del club. Como son sanciones internas en muchos clubes, en otras ocasiones hacen como si castigaran, como si multaran para proteger y consentir a sus joyas y de lo timorato de las sanciones de Doña Fede ni hablamos, lejos de ser ejemplares para evitar que se repitan, hacen lo contrario, quedando abierta la “invitación” para hacer acciones similares.

Sin embargo, a pesar de las evidencias, el fanatismo nubla la razón y aparecen las justificaciones a acciones reprobables: “es que a Fulanito no lo sancionaron”, “es que a Sutanito solo lo multaron”. Lo de Nahuel Guzmán tiene todas las agravantes: premeditación, alevosía y ventaja. Ni siquiera tiene la justificación de la “calentura” del juego porque NO estaba en la cancha y además al momento de los hechos su equipo estaba ganando el juego o por lo menos no lo estaba perdiendo.

Sin reglamento y con lagunas

¿Cuánto tiempo de castigo para un arquero que está lesionado y que de todos modos no puede estar en la cancha? ¿Se castigará a base de conjetura de cuándo estaría listo para jugar? Eso puede resultar tan ambiguo como tramposo. El tema pasa en que debe sancionarse de acuerdo a un reglamento de sanciones, sumado a un código de ética, porque el caso es tan inaudito que NO está plasmado de manera tácita en ellos.

¿Se puede castigar algo que no está reglamentado y claramente estipulado?  Legalmente, no. Se debería aplicar lo que hay por escrito. Hay pocos artículos de donde puedan echar mano para castigar a Nahuel Guzmán de manera severa e importante. Uno de los que existen está mal redactado, pues repiten el llamado fair play en inglés y en español, además de que el castigo mayor es bastante laxo, casi es la misma suspensión que la que dan por mentarle la madre a un árbitro: «Realizar conductas que vayan en detrimento del “fair play”» del deporte, del juego limpio (sic) y del fútbol federado en general, se castiga 300 a 4000 UMA (de 32 mil 571 a 434,280 pesos) y/o de uno a tres partidos de suspensión».

¿Le parece esto una sanción ejemplar? No, ¿verdad?, pero es lo que hay en los reglamentos llenos de lagunas, errores de dedo e incoherencias grotescas que deben revisarse y corregirse a conciencia. Para muestra una “joyita” que encontramos hace unas semanas. El artículo referente a las trasferencias del torneo de apertura 2024 asegura que tienen plazo para ser registrados el 01 de febrero del 2023 ¡Es decir, un año antes! Y si le seguimos hacemos una enciclopedia.

Malos ejemplos, buenas sanciones

Ser futbolista profesional en estos tiempos implica una enorme responsabilidad legal y social, que incluso abarca hasta la familia cercana. Recordemos el caso de la esposa del mediocampista serbio Aleksandar Katai, quien a través de sus redes sociales emitió mensajes racistas cuando estaba en plena efervescencia el conflicto sobre el asesinato de George Floyd. Los Angeles Galaxy de la MLS, que era dueño de sus derechos federativos, tuvo que rescindir el contrato del mediocampista bajo el argumento de que la imagen de la organización estaba amenazada.

Hay otros casos donde propagar una mala imagen para el club costó contratos. Al ecuatoriano Gabriel Cortés, jugando para el Botafogo, se le hizo fácil subir a su Instagram un video de él bebiendo cerveza, diciendo que el Flamengo —su odiado rival— era el mejor equipo de Brasil. ¿Qué sucedió? Paulo César Autuori, entrenador del Botafogo, lo echó del equipo: «Salió en las redes sociales un live de él (Gabriel Cortez) que no tiene propósito. Esa responsabilidad es mía y yo la asumo. Le llamé y le informé que no estaría más dentro de los planes de Botafogo. El jugador debe ser profesional dentro y fuera del campo”.

Ejemplos como estos abundan en el fútbol mundial, aunque en México muchas cosas se maquillen, se oculten, se simulen castigos para mantenerlos en una burbuja y no dañar el patrimonio de los equipos. Les importa mucho más cuidar la economía que mejorar la imagen de las instituciones o la propia liga, eso está más que claro.

¿Deben ser el ejemplo?

No le faltaba razón al técnico argentino Mauricio Pochettino, que aseguró que el futbolista no debería ser un ejemplo para la sociedad, pero lo hace la repercusión mediática. Guste o no, “lo que hace un jugador tiene una trascendencia con unos niveles que superan lo normal”, dijo. “Todo lo que hace con actos y palabras repercute muchísimo”.

Las redes sociales han magnificado todo, para bien y para mal, y el jugador debe ser consciente de ello, en estos tiempos difícilmente una figura pública podrá ser “invisible”, siempre hay una cámara y un teléfono cerca que buscará cazarlo y difundirlo. El mundo actual está lleno de “paparazzis” amateurs con redes sociales dispuestas a exhibirlos.

Por eso el nivel de responsabilidad que tiene el futbolista ha crecido de forma gigantesca con lo que hace o con lo que deja de hacer. La educación en casa es fundamental, la escuela es un complemento, por eso es preciso y urgente que los clubes atiendan, como punto vital, la formación en valores, no solo a las categorías menores, sino de toda la institución.

Vida privada, infierno público

No es que los jugadores NO puedan hacer lo que quieran con su vida privada. Es que deben asumir, quieran o no, que la sociedad los imita y que son sujetos a juicio en cada una de sus acciones. Y no solo en acciones con el club, también en la familia, con sus parejas, sus agentes, sus agencias de representación, todos ellos deben ser fomentadores del “deber ser”. Hay que ayudarlos, más que condenarlos. Hacerles entender que pisotear los valores les perjudica como profesionales, a su entorno y, de paso, a quienes le tienen como referente y a la empresa que los contrata.

Hace tiempo leí un artículo de Carlos Domínguez sobre el tema y utilizo una frase a la que le sobra razón; “El fútbol no es la escuela. El fútbol no es la iglesia. El fútbol no es un seminario. Pero para bien o para mal, hoy es más que eso”.

Lo que Nahuel Guzmán ha logrado en la cancha es bestial, su liderazgo, su enorme capacidad, no estoy seguro de que sin él en la puerta los Tigres hubieran conseguido tantos y tantos logros en los últimos 12 años. Es un top, un histórico, uno de los mejores porteros que han llegado a nuestro país, sin duda alguna, pero también el que ha estado en más conflictos por situaciones extradeportivas. Los que nunca tuvieron un Miguel Marín, Hernán Cristante o Miguel Calero, ante ello, a la hora de las sumas y restas, esto los pone un escalón por debajo por más que digan que “la pelota no se mancha”.

Cierto que a Nahuel Guzmán no lo quieres para yerno, ni para cuñado, lo quieres para atajar, para ser pieza fundamental en partidos de mucha presión, para ganar títulos. Pero el “deber ser” debe ser mucho más valioso para una empresa como Cemex y para una institución como los Tigres, que de alguna manera representan a la máxima casa de estudios de Nuevo León.

No debemos olvidar y considerar que el futbolista es una figura pública y que, además, representa los colores que viste y cuya firma aparece en un contrato que lo vincula con ese club. Por lo tanto, es imagen de ese equipo. Lo que haces para bien repercute en la buena cara de la institución, lo que haces para mal, la perjudica. Y no solo para quien trabajas, sino para ti mismo y para tu entorno.

“La grandeza no consiste en hacer todo aquello que se quiere, sino en querer todo aquello que se debe.” Cristina, Reyna de Suecia.

El escritor y periodista Ryszard Kapuściński, en alguna ocasión escribió lo que desde su percepción sería el deber de un periodista, que es el informar, pero informar de tal manera que ayude a la humanidad o sus lectores, sin fomentar el odio o la arrogancia. Él aseguraba que la noticia debía servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del vocabulario en los medios.  Y con estos principios es que se debe desempeñar la profesión.